Capítulo 12

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Cuando la pequeña de mejillas pecosas terminó de entonar la última frase de la canción, Silwen se encontraba hechizada por esta

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Cuando la pequeña de mejillas pecosas terminó de entonar la última frase de la canción, Silwen se encontraba hechizada por esta. Cada palabra había surgido de sus labios con tanto dolor, que su corazón quiso sollozar.

— Es hermosa... —murmuró notando como las lágrimas empapaban sus labios.

— ¡Oh mi señora, lo lamento! —dijo Lera inquieta al verla llorar. Su hermano también estaba entristecido y se aferraba a la cintura de la guerrera con mucha fuerza ocultando su rostro— No pretendía apenaros, pues esta era la canción de Elwglîr.

— No, tranquila. —retiró con ambas manos la salada agua que surcaba su piel— Ahora comprendo porque esta flor no puede arrancarse. —acarició suavemente sus bellos pétalos azules, eran intrincados y formaban una delicada enredadera en su tallo— Y nace de la pena pero... —rozó ahora la mejilla de la niña, que había comenzado a aguar sus ojos— también del amor.

— Sois la primera elfa que conozco. —sus mofletes se encendieron por la vergüenza— Pero estoy segura de que también sois la más dulce. —dejó de tocar sus trenzas nerviosamente y se lanzó a los brazos de Silwen, ansiando su afecto. Esta pronto se encontró rodeada por ambos hermanos, uno se sostenía de su cintura y la mayor, se aferraba a su cuello estrellándose contra su pecho.

Silwen se encontró abrumada por tanta cercanía, por tanto gesto que irradiaba desmesuradamente afecto y ternura. Quiso llorar de felicidad, y así lo hizo, pues jamás se había sentido tan querida. No entendía como en unos pocos minutos, su corazón había albergado más amor que el escaso recibido en sus largos años.

— Pero por favor... no lloréis más, mi señora. —susurró conmovida la pequeña y la elfa colocó una mano sobre su cabello siguiendo la dirección de una de sus trenzas.

— Lo intentaré. —Silwen le dedicó una sincera sonrisa que la niña devolvió al instante.

— ¿Puedo sostener ahora vuestra daga? —preguntó con inocencia el muchacho saliendo de su escondite bajo su armadura. La picardía en sus ojos hizo carcajear a la elfa.

— No, eres demasiado joven aún. —observó con ternura el puchero disgustado del niño— Quizás en unos años. —revolvió el pelo de este, que rápidamente se apresuró a arreglarlo con sus manos embarradas, provocando con ello la risa de su hermana.

Una presencia desconocida hizo que ambos niños se tensaran al instante. Silwen se alzó, palmeando sus pantalones impregnados de tierra y se volvió para ver el rostro de quien tenía tan inquietos a ambos pequeños. Sonrió al encontrar la figura de Legolas, denotando una abrumadora seguridad cruzado de brazos con su rostro impasible. Eron se ocultó tras la espalda de Silwen, pues a diferencia de ella, este elfo le infundia cierto temor.

— Tranquilos, es amigo mio. —calmó a ambos, cohibidos ante la imponente presencia del elfo. Pues los rubios cabellos de él, relucían ante las primeras luces del día, creando una distintiva aura a su alrededor. 

✓ DAMA DE PLATA ⎯⎯  ʟᴇɢᴏʟᴀꜱWhere stories live. Discover now