Capítulo 29

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Las Tierras Brunas se revestían de sangre y lágrimas junto a los ecos de la batalla, que flotaban en el aire como un eterno recuerdo de lo ocurrido, y se entremezclaban con el llanto de quienes habían perdido a alguien en ella

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Las Tierras Brunas se revestían de sangre y lágrimas junto a los ecos de la batalla, que flotaban en el aire como un eterno recuerdo de lo ocurrido, y se entremezclaban con el llanto de quienes habían perdido a alguien en ella. Un amigo, un aliado, un amor. El rojo del mayor de los astros fue pereciendo con el paso de los días, pero aun así no fue olvidado.

La maldición había quebrado, del mismo modo que lo hicieron las hojas forjadas en orden del Señor Oscuro bajo el calor de Orodruin.

La vanguardia detuvo el avance ante el paso de Rohan, descendiendo los jinetes de sus monturas cuando a penas rozaba el mediodía.

— ¿Por qué nos detenemos? —cuestionó Silwen despertando de su ensoñación.

Legolas sostuvo su cintura con delicadeza, y tras asistirla en su descenso del corcel, respondió:

— Los humanos han de descansar, no como nosotros. —una atontada sonrisa se plasmó en su cara al tenerla todavía entre sus manos, aun cuando su amada ya había posado los pies en la tierra firme— Tus heridas... —deslizó la mano por la armadura de Silwen, hasta detenerse en el vendaje de su hombro— Ya no hieren, ¿cierto? 

Ella negó, asombrándose por la aflicción que Legolas mostraba en su rostro. Todavía no se había perdonado por lo sucedido, su fallo, su culpa, se mantendría en el corazón de Legolas eternamente, al igual que su amor. Silwen necesitó apoyarse sobre él para alcanzarle los labios, lo besó, deseando absolver su pecado con el gesto. No funcionó, mas le retornó la sonrisa que había desdibujado.

— ¿Crees que será de mi agrado? —y sin alejarse un centímetro, aclaró:— Tu hogar, Legolas.

Los orbes del elfo refulgieron de dicha, un resplandor ocupaba el azul de estos cada vez que posaba la mirada en ella.

— Podemos convertir cualquier lugar de Arda en nuestro hogar. —confesó acariciando su pálida mejilla con el dorso de la mano— Sin embargo, es mi deseo presentarte a mi padre antes de emprender ese destino. —Silwen ejerció presión entre sus labios, aterrada de pies a cabeza— Aranel nîn. (Mi princesa)—un jadeo escapó de su boca ante aquel título, pues ni en mil años imaginó que alguien pudiera dirigirse así a ella. No obstante, así fue y debía ser por mucho tiempo, pues el linaje no podía alterarse— Aranel nîn. —repitió Legolas ensanchando su sonrisa, embelesado por como las mejillas de la elfa se colorearon ante tal honor. 

✓ DAMA DE PLATA ⎯⎯  ʟᴇɢᴏʟᴀꜱWhere stories live. Discover now