6. La bolsa del Tiger

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Jueves

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Jueves. 14.15. Tienda Tiger

- No hacía falta que entraras, Rodri.

- Tengo curiosidad por lo de las bolsas. Lo mismo me compro una.

Miro a Rodri y no puedo evitar reírme. Estamos curioseando dentro de la tienda de Tiger. Me encanta este sitio. Me pasaría las horas muertas aquí metida. Siempre encuentro algo que creo que me puede servir. Aunque luego, cuando vuelvo a San Martín, acabó regalándole la mitad de las cosas a mi prima Aroa.

Rodri se ha empeñado en entrar conmigo a la tienda. En cuanto dejamos a Marco en su casa me hizo sentarme delante con él en el coche. Y no puedo decir que no estuviera nerviosa, que lo estaba.

Curioseamos un rato por la tienda. Rodri me hace reír cogiendo algunas de las inverosímiles cosas que hay en esta tienda. Al final, compramos una bolsa cada uno. Cuando voy a la caja a pagar, él se adelanta sacando su cartera ante mis protestas. Es que ni me ha dejado sacar el monedero.

Salimos de la tienda, y me fijo que en el suelo hay pequeñas gotas de agua. Alzo mi vista al suelo y veo que está empezando a llover. Y yo sin paraguas. De aquí a que llegue a mi casa me pongo como una sopa.

- Gracias por la bolsa. Pero no tenías que pagarla -le digo protestando.

- ¿Siempre te enfadas cuando te hacen un regalo? Primero la entrada, ahora la bolsa... -me dice él mientras caminamos.

- Sí, seré idiota. Pero no estoy acostumbrada a que la gente me haga regalos porque si.

Rodri se para en mitad de la calle y se da la vuelta para mirarme. Sus ojos me hacen un repaso por toda la cara y frunce el ceño.

-Eso es porque yo no soy como la mayoría de la gente, Luna.

Rodri sigue andando dejándome aún más descolocada de lo que estoy. Joder. Siempre tiene una buena frase para mí que me deja sin palabras. Y sí, estoy empezando a hacerme ilusiones con él. Y la hostia que me voy a llevar va a ser enorme.

Llegamos a su coche y yo me quedo parada delante de el. Rodri se me queda mirando y yo me muerdo mi labio por instinto.

- Sube -me dice desbloqueando las puertas con el mando.

- Vivo a 15 minutos, me puedo ir andando -creo, bueno no, estoy convencida de que soy gilipollas. En vez de pasar más tiempo con él, le digo que vivo cerca.

- Eres de lo más pesada, Luna. Anda, sube. Además, está lloviendo y te vas a mojar.

Rodri vuelve a hacerme un gesto con su mano y yo camino resoplando hasta abrir la puerta del coche. No hace falta que me digan las cosas dos veces. Sobre todo si es él. Entramos los dos a la vez y Rodri pone música en cuanto nos sentamos. Canciones de Vetusta Morla resuenan por los altavoces del coche. "Copenhague", genial, otra canción más evidente, no había.

𝑷𝒊𝒆𝒏𝒔𝒂 𝒆𝒏 𝒎𝒊Where stories live. Discover now