Capítulo 4

582 95 1
                                    

ARTHIT

Mierda. Relájate. No tiene por qué saber que estoy haciendo lo que hago. Si consigo este trabajo, no tendré que hacerlo nunca más.

Arthit sonrió. Se sentía tirante, pero no lo pudo evitar.

—No. Tuve trabajos ocasionales durante la universidad, pero, necesitaba concentrarme en mis estudios. Y...

Antes de que pudiera ir más allá con la mentira, Dae se despertó y comenzó a llorar. El pequeño y agudo sonido afectó a los oídos de Arthit, y antes de que lo pensara dos veces, se levantó del sillón y acunó a Dae entre sus brazos. Si Dae se parecía en algo a los niños pequeños que Arthit había cuidado en el pasado, el llanto era de enfado, no algo grave. Arthit lo meció suavemente y luego miró a Kongpob.

Kongpob también se había puesto de pie. Sus anchos hombros estaban tensos y había confusión en sus ojos que se suavizó cuando Arthit miró en su dirección. Un escalofrío recorrió la espalda de Arthit y acunó a Dae con un poco más de cariño. Sus brazos ralentizaron sus movimientos hasta que se detuvieron. Dae estaba balbuceando y llorando, pero era poco entusiasta y se estaba calmando. Enganchó con su puñito el cárdigan azul marino de Arthit y dio un pequeño tirón.

—Lo siento, —Arthit susurró. No sabía por qué estaba susurrando, pero no se pudo obligar a hablar más alto. —Yo... no era mi intención intervenir. Solo imaginé que, si estaba llorando, debería ocuparme de ello.

—No pasa nada. —Kongpob respondió en un susurro, había tensión en el momento. Aquello en la columna de Arthit seguía mostrando su presencia, y tuvo que mover los hombros para tratar de deshacerse de ello.

Dae sollozó y luego el llanto comenzó de nuevo. Arthit lo acunó, sosteniéndolo con ternura mientras Kongpob los miraba. Estar tan cerca del padre del bebé mientras Arthit lo cuidaba puso el foco en Arthit, y aunque lo cohibió, descubrió que le gustaba la atención. Los ojos de Kongpob eran de un bonito tono oscuro, y atraían a Arthit como ninguna otra cosa.

Soy un caso. Puede volverse mi jefe. ¿Qué demonios estoy haciendo?

—Parece que le gustas, —Kongpob comentó. Señaló con la barbilla hacia Dae. Dae había dejado de llorar. —Se ha calmado.

—Creo que se despertó y vio que no había nadie alrededor y quería un poco de atención. —Arthit siguió meciéndolo en sus brazos lentamente, creando un ambiente estable y fiable para el hijo de Kongpob. —Hay una especie de tono en el llanto del bebé que te dice lo que quiere. Era diferente en todos mis familiares pequeños, pero una vez que pasas tiempo suficiente con los bebés, creo que comienzas a reconocerlo instintivamente.

Pero a la vez, no era como si Arthit hubiera cuidado a un bebé recientemente. Su familiar más pequeño tenía ahora tres años; el llanto de un recién nacido era un recuerdo que se había desvanecido hacía mucho tiempo. Con Dae, se sintió correcto. Había escuchado su instinto, y su instinto había tenido razón.

—Pensé que habías dicho que no tenías mucha experiencia con niños. —Kongpob buscó los ojos de Arthit, pero Arthit tuvo que apartar la mirada. Si seguía mirándolo iba a ruborizarse, y no quería que eso pasara. Que le gustara Kongpob estaba totalmente prohibido. Él era un trabajo. Un sueldo. Y ni siquiera era seguro eso tampoco.

Además, como padre, era bastante seguro que Kongpob fuera hetero. El sexo gay no engendraba niños. No importaba que signos de atracción pensaba que vio en los ojos de Kongpob, todo lo que importaba es que debía mantener la relación profesional.

Punto.

Arthit recorrió con su lengua la parte trasera de sus dientes y luego reunió el valor para mirar a Kongpob a los ojos. Se encogió levemente de hombros.

Vida de PapáWhere stories live. Discover now