Capítulo 18

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KONGPOB

Dae estaba llorando. Kongpob se movió, aun cansado de la noche anterior, pero obligado por el amor a su hijo. Se dio la vuelta solo para descubrir que la cama no estaba vacía, un cuerpo cálido ocupaba el espacio a su lado, y gruñó en protesta cuando Kongpob trato de darse la vuelta.

Arthit.

Memorias de la noche anterior inundaron la mente de Kongpob.

¿Cuántas veces lo habían hecho anoche? Kongpob recordaba fragmentos, pequeños retazos de placer que se mezclaban con el siguiente. En un momento, tenía la pierna de Arthit sobre su hombro mientras se introducía en su estrecho cuerpo con fervor. En el siguiente, Arthit estaba cabalgando en su regazo, rebotando en su polla mientras echaba atrás su cabeza en completa dicha.

La noche había sido una extraña combinación entre, dormir, cuidar de Dae y luego volver a la cama a darse mutuo placer.

Pero ahora el placer había pasado y la realidad de la situación se imponía. Kongpob se había llevado a la cama al niñero de Dae.

No solo eso, sino que lo había hecho una y otra y otra vez, hasta que ambos se durmieron por el agotamiento.

Realmente he metido la pata hasta el fondo. Esto solo puede terminar mal.

Arthit no se despertó, así que Kongpob giró hacia el otro lado y salió de la cama. Cuando estuvo de pie miró a Arthit.

Arthit estaba acurrucado entre las mantas, un asomo de cabello castaño cobrizo era visible, pero poco más. Su ropa estaba desparramada a los pies de la cama, y Kongpob rescató el altavoz para bebés de su cinturón y lo silenció. Salió de la habitación después de ponerse un albornoz para atender a Dae, levantándolo de su cuna para llevarlo al piso de abajo. De todas formas, ya era hora de desayunar.

Después de todo lo que Arthit había hecho para ocuparse de él, quería hacer el desayuno para todos.

Kongpob puso un poco de leche a calentar, luego puso una sartén al fuego y miró en la nevera. Había pasado tanto tiempo desde que había preparado una comida que no estaba seguro de qué había en la casa.

Arthit se ocupaba de hacer la compra durante el día y cocinaba por la noche.

Kongpob había sido mimado.

Encontró un paquete de bacon abierto, así que puso varias tiras para freír. Dae todavía estaba quisquilloso, así que Kongpob lo mantuvo contra su pecho mientras trabajaba. Eso le ralentizaba significativamente, pero no lo detuvo. No tenía ninguna duda de que Arthit había hecho peores malabares y había salido adelante. Si Arthit podía cuidar de Dae a tiempo completo mientras ayudaba en casa, Kongpob también podría hacerlo.

Cuando el bacon estaba chisporroteando y Kongpob se había lavado las manos minuciosamente, comprobó el biberón. Estaba tibio, perfecto para Dae. Kongpob acomodó a su hijo en el hueco de su brazo y lo dejó alimentarse, mirando como las manos de Dae se curvaban y sus ojos se cerraban con deleite.

—Tu papá es feliz también, —murmuró Kongpob. Meció a Dae en sus brazos lentamente, estableciendo un ritmo relajado. —Me pregunto qué pensarías si lo supieras. Deseo que puedas decírmelo. Me gusta, pero ¿te gusta a ti?

No había forma de saberlo. Kongpob sabía que a Dae no le disgustaba Arthit, pero eso no decía mucho. Dae era demasiado joven para que no le gustara alguien, a menos que fueran particularmente chillones y agresivos.

—Deseo que fuera más simple. Quiero lo mejor para nosotros, pero siento que a veces, eso no va a ser posible. —Kongpob observó el cabello oscuro en lo alto de la cabeza de Dae. —Tengo que pensar en ti, no en mí, pero... pero cuando se trata de él, no puedo evitarlo.

Vida de PapáWhere stories live. Discover now