Capítulo 26

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KONGPOB

A las ocho y media de la mañana siguiente, mientras Kongpob desayunaba, la puerta principal se abrió. Escuchó el pequeño clic y luego el sonido del metal deslizándose contra sí mismo cuando alguien giraba el pomo de la puerta.

No tardó mucho en averiguar quién era. Solo dos personas tenían llaves de su casa, su madre y Arthit.

Kongpob dejó el tenedor y estaba a mitad de camino del comedor cuando Arthit apareció en la puerta. Sus ojos se encontraron. Los ojos de Arthit estaban abatidos. Cuando Kongpob lo miró a los ojos, Arthit desvió la mirada.

El dolor en el rostro de Arthit rompió el corazón de Kongpob.

Nadie debería verse tan atemorizado e indeciso, pero especialmente no Arthit, y especialmente no en su propia casa.

—Supongo que las cosas son diferentes ahora, ¿verdad? —Preguntó Arthit en voz baja. —Pasaron muchas cosas ayer, y no estoy seguro de sí sé por dónde empezar.

Kongpob tampoco estaba seguro. La mitad del tiempo se emocionaba demasiado rápido en las relaciones, cayendo demasiado fuerte y demasiado profundo demasiado pronto. La otra mitad del tiempo, metía la pata y arruinaba sus posibilidades. No quería que eso sucediera ahora.

No con Arthit.

—Sí. Fue un infierno de día. —Kongpob metió las manos en los bolsillos de sus pantalones de pijama. No se había molestado en vestirse hoy, no tenía ningún sitio al que ir. Sin un trabajo al que presentarse, nada lo ataba al mundo exterior. —Tengo... tengo que hablarte de algo. Si no sabes por dónde empezar, tal vez pueda tomar la iniciativa.

Kongpob sabía que no tenía un filtro adecuado. Nunca había sido particularmente encantador, y la mayoría de las veces era descarado y directo. El miedo le impedía meter la pata, pero esta vez sintió que lo había resuelto. Si no mencionaba en absoluto el tema de Arthit como sugar baby, no heriría sus sentimientos. Quería que Arthit supiera que no le importaba, el pasado era pasado. Removerlo sería perjudicial para ambos.

—De acuerdo. —Arthit no se movió de donde estaba. —¿Quieres hablar aquí, o... ?

—Aquí está bien. —Cuanto más casual mejor. Kongpob necesitaba superar sus complejos y no convertir la situación en un gran problema parecía un buen comienzo. —Ayer perdí mi trabajo.

—Lo sé.

El silencio se apoderó de ellos. Kongpob odiaba la forma en que aquellas palabras lo hacían sentir, pero se dijo a sí mismo que el resentimiento que Warut tenía con él no era una señal de fracaso.

Cuanto más admitía la verdad, más fácil era internalizar ese sentimiento.

—No pensaba que eso pasaría. Tengo ahorros para pagar la hipoteca y la electricidad para los próximos seis meses... pero a menos que encuentre un trabajo de inmediato, no puedo permitirme mantenerte.

Arthit se atrevió a mirarlo, el temor en sus ojos se intensificó. Los brillantes ojos que Kongpob amaba tanto habían perdido el brillo.

Arthit se mordió el labio inferior y asintió.

—No es que no quiera. Quiero. Quiero mantenerte con Dae permanentemente. Si fuera por mí, estarías con nosotros para siempre.

Los labios de Arthit temblaron, contrayendo las esquinas mientras luchaba por sonreír y fallaba una y otra vez. Era difícil, muy difícil, ver a Arthit así. Todo lo que Kongpob quería hacer era abrazarlo y decirle que todo estaría bien.

—Es solo... que no puedo afrontar mantenerte aquí. —Kongpob tragó un nudo que se le había formado en la garganta. Su corazón latía con pulsos lentos y débiles que palpitaban en su cuello. —Voy a darlo todo para encontrar un trabajo y ya he empezado a presentarme para puestos ejecutivos en otro sitio, pero es un proceso lento. No sé cuándo seré capaz de traerte de vuelta.

Vida de PapáWhere stories live. Discover now