Capítulo 10

475 83 2
                                    

KONGPOB

Ningún desayuno lo esperaba el sábado por la mañana. El cuenco permanecía en el fregadero donde lo había dejado la noche anterior. Con Dae  sujeto en su pecho, Kongpob se encargó de los trastres, luego puso un biberón a calentar a baño maría mientras colocaba a Dae en su mecedora. Se suponía que Maprang pasaría con un poco de leche materna para recargar sus reservas más tarde esa mañana, y Kongpob quería que la casa estuviera ordenada.

Mientras preparaba el biberón de Dae, puso pan en la tostadora para un desayuno ligero. Arthit lo había estado consintiendo con huevos y café. No pasó mucho tiempo para que Kongpob estuviera masticando una tostada ligeramente untada con mantequilla mientras esperaba que el biberón estuviera listo. Cuando lo estuvo, fue a sentarse con Dae y alimentarlo. Warut chupó con ansia, y Kongpob lo dejó alimentarse hasta que perdiera el interés.

Kongpob extendió un trapo sobre su hombro para que Dae eructara, mientras paseaba por la estancia, palmeando la espalda de Dae para que echara el aire, hubo ruido arriba de las escaleras.

Arthit estaba arriba.

No mucho tiempo después, Arthit bajó. Estaba vestido con unos jeans ceñidos y una camiseta serigrafiada suelta, mucho más brillante en color y algo más apretada de las que usaba para irse a la cama. Se detuvo en el último peldaño y miró a través de la sala de estar a Kongpob.

Kongpob miró a cambio. Todavía estaba haciendo eructar a Dae.

—Buenos días. —Arthit se apoyó en el pasamanos. —Tengo planes para salir hoy. ¿Vas a estar bien por tu cuenta?

—Sí. Es tu día libre.

—Correcto. —Arthit asintió. Bajó por las escaleras. —Solo quería asegurarme de que supieras que me iba antes de salir. Si me necesitas puedo quedarme un poco más mientras atiendes tus asuntos.

—Lo único que voy a hacer hoy es ver a su madre subrogada. Creo que estaré bien.

Arthit asintió de nuevo. La dulzura habitual en sus ojos se endureció, pero no se borró, por deformación profesional.

—Volveré tarde entonces. ¿Quieres que te escriba? Olvidé mencionar que tengo número nuevo.

Lo extraño que había pasado con el teléfono de Arthit tenía sentido ahora.

—Sí. Mándame un mensaje solo para saber cuándo esperarte.

—Me parece bien. Te veo más tarde. Diviértete con Dae hoy. — Arthit abrió la puerta principal, luego ya no estaba.

Kongpob miró la puerta con emociones divididas. Desde que Arthit había llegado, habían estado excesivamente cómodos el uno con el otro. La distancia de hoy era discordante, pero probablemente era lo mejor. Arthit no quería llevar las cosas más lejos y se lo estaba dejando saber a Kongpob a través de sus acciones. Kongpob apreciaba eso.

Él también podía ser profesional.

—Parece que tu papá no lo ha arruinado todo aún. —Kongpob plantó un beso en la coronilla de Dae, teniendo cuidado con las fontanelas. — Vamos a superar esto y todo va a ir más suave. Lo prometo. No vamos a perderlo.

Hablar a Dae le dio el coraje que necesitaba para interiorizar su declaración. Mantendría a Arthit en su puesto. Perderlo no era una opción. No importaba lo que necesitara, perseveraría, incluso si eso significaba que tenía que descuidar su corazón a favor de su cerebro.

Maprang llegó una hora más tarde, con una nevera portátil contra su cadera. Cuando Kongpob le abrió la puerta, ella pasó como un rayo junto a él con un breve saludo y se dirigió directamente a la cocina.

Vida de PapáWhere stories live. Discover now