Capítulo 12

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ARTHIT

Más avanzada la tarde, después de que ultimaron los detalles de su viaje por carretera, Arthit dejó a Bright en su departamento y luego regresó a la casa Suthiluck. Entró por la puerta principal para encontrar a Kongpob en el sofá, alimentando a Dae.

—Oh, hola. —Arthit compuso una sonrisa educada y cerró la puerta. Estaba haciendo su mayor esfuerzo para mantener las cosas profesionales entre ellos, pero era solo ligeramente exitoso en ello. — Debería haber llamado primero. Lo siento. No quería molestar a Dae.

—No, está bien. —Kongpob no se levantó del sofá, pero no apartó la mirada de Arthit tampoco. —¿Tienes un segundo para hablar?

—Claro. —El pánico le hizo un nudo en el estómago a Arthit. Se aseguró de que la puerta estuviese cerrada, luego fue hasta la mesita de café. —¿Qué sucede?

—He tenido una buena charla con Maprang
hoy, la madre subrogada de Dae, y trajo esto. —Kongpob sacó un papel doblado de su bolsillo y se lo tendió a Arthit.

Arthit lo tomo y lo desdobló. Era un recorte de una revista, el anuncio a todo color publicitaba una clase de yoga para madres con recién nacidos. Arthit inclinó la cabeza hacia un lado.

—Sé que dice que es para madres, pero he pensado que si es algo que te interesa, podrías intentarlo. Dijiste que querías aprender más acerca de la paternidad, ¿verdad? Podría ayudarte a salir y conocer a algunas mamás. —Kongpob movió el biberón y Dae hizo un sonido enfurruñado en protesta. —Estoy dispuesto a pagar las clases si quieres. Sería bueno para el desarrollo de Dae salir al mundo e interactuar con personas.

Arthit nunca había hecho yoga, pero el anuncio dejaba en claro que se ofrecía para todos los niveles de experiencia, desde principiantes hasta avanzados. Con los bebés sujetados contra el pecho, no podía imaginar que un instructor de yoga les pidiera a sus alumnos que se contorsionaran.

—¿Tú crees? —Arthit estudió los ojos de Kongpob con cuidado, dándose cuenta de su error demasiado tarde. La oscura noche le impactó con fuerza y su corazón palpitó alocadamente. —Es dos veces por semana. Podría manejarlo sin problema.

—De todos modos, no te estoy pagando por hacer las tareas de casa, aunque te lo agradezco con toda el alma. Los días son tuyos para hacer lo que quieras, mientras sea con Dae. Creo que esto estaría muy bien. — Dae dejó de chupar y Kongpob bajó el biberón. —Si no eres fan del yoga podemos pensar en algo más. Estoy seguro de que hay todo tipo de grupos de mamás en la ciudad.

—No, yoga está bien. —La flexibilidad era algo en lo que Arthit necesitaba trabajar más si practicaba yoga, tal vez estaría menos tieso. — ¿Quieres que llame e investigue? ¿Ver si admiten chicos?

—Sí, si quieres.

Arthit asintió. Movió la correa de su mochila y luego miró hacia las escaleras.

—Voy a hacer algunas llamadas y averiguarlo. Gracias por decírmelo.

—De nada.

Pasó uno de esos momentos entre ellos, sutil, pero reconfortante. Arthit se mordió el labio y apretó el recorte de la revista con un poco más de fuerza. Necesitaba escapar antes de hacer el ridículo.

—Te haré saber lo que pasé. Te veo luego. —Se marchó hacia las escaleras sin una palabra más.

Bright lo había animado a ser audaz, pero Arthit no se atrevía a llevarlo a cabo. Ahora que tenía un trabajo de jornada completa con grandes ventajas, no quería perderlo. Por ahora, lo que tenía que hacer era amurallar su corazón. Era la forma más segura de seguir adelante.

Vida de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora