26. Noche de Lilith *

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Era un hombre con más experiencia en la vida que Winston, y su orgullo no habría soportado que se dejara intimidar por una palabra dura.

—Hunter ni siquiera tiene 20 años, ¡es sólo un niño! ¿Quién eres tú para impedirle explorar el mundo de la fantasía? ¿Estás siendo justo con él?

¡Pequeño Hunter, estoy haciendo esto por ti! *

¡Tendrás que pagarme más tarde!

—Porque lo quiero a él.

La voz de Winston no era fuerte, pero presionaba tanto los nervios de Donald que le dolía el cerebro.

—Pero no me gusta que me amenacen. Hunter hace lo que quiere, y no tengo ninguna razón para detenerlo.

—Entonces pruébalo. —Winston soltó el cuello de Donald—. La próxima semana en Red Bull, mandaré a tus pilotos de Sauber fuera de la pista, uno por uno.

Los hombros de los compañeros de Donald temblaron y miraron a Donald suplicante.

No es que no tuvieran las agallas, pero con la habilidad de Winston, era posible sacar a los dos de la pista sin que se le pudiera reclamar una falta.

—Eres un maldito vil ...... —Donald levantó una mano para agarrarse la cabeza, su cordura y su moral luchando.

—Nunca he sido una persona decente —Winston respondió.

—¿Sabe Hunter que eres un bastardo?

—Lo descubrirá más tarde.

Mirando la cara de Winston sin un ápice de expresión, Donald pidió a Dios en su mente que por fin supiera cuál era el colmo de la desvergüenza.

—Entonces, ¿cómo ...... voy a ser amigo de él después?

—Llévalo a una actividad más saludable.

—¿Cómo qué? —Donald estaba a punto de colapsar.

¿Qué era exactamente una actividad saludable para Winston?

—El tenis, la equitación, las barbacoas y el esquí funcionan.

—...... Lo entiendo, pero no lo dejas ligar con las chicas, ¿verdad?

Donald miró a Winston con la mirada de un loco.

Había creído que Winston era simplemente exagerado y desagradable, pero ahora pensaba que era un psicópata paranoico y obsesivo.

—Tampoco está bien ligar con hombres.

Donald sintió que sus principios se estaban arruinando.

Aunque había sido un ligón toda su vida, nunca había hecho nada malo.

Pero ahora se sentía como si hubiera arrojado al fuego a un niño pequeño que ni siquiera había tomado la manita de una mujer.

Pero Winston el loco ...... podía decir lo que quería decir y hacer lo que quería hacer. De repente, recordó su última carrera, en la que Winston había cedido el paso a un coche que había rodado de lado y casi lo golpeó viniendo de atrás. Fue el mismo que lo dejó fuera de los tres primeros puestos.

En ese momento, se sintió muy desafortunado.

—La última vez, lo hiciste a propósito! —Donald se dio cuenta y trató de tirar del cuello de Winston, pero el otro hombre lo esquivó.

—Eso fue una advertencia para ti. Pero en Austria, no seré misericordioso.

—Maldito seas ......

Donald intentó dar un puñetazo al otro hombre, pero no pudo ni siquiera blandir su puño.

¿Puedes no burlarte de mí?Onde histórias criam vida. Descubra agora