1

960 109 69
                                    

A Denise no le gustaba su nombre, así que siempre se presentaba como Juan

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

A Denise no le gustaba su nombre, así que siempre se presentaba como Juan. En la escuela le había resultado muy difícil convencer a sus amigos de que lo llamaran de esa manera, pero consiguió, con el tiempo, que todos se acostumbrarán a su nueva identidad.

Sin embargo, desde que iniciaron las clases en línea todo se volvió más fácil, sus profesores, por ejemplo, siempre le llamaban por su apellido: Contreras, llano y simple.

En un lugar tan machista como México, llamarte Denise era una patada en los huevos. Pero se las había arreglado para evitar el bullyng de manera exitosa.

—Perdón profe, es que se fue la señal, ya estoy de vuelta —era mentira, la señal estaba perfectamente, sin embargo, necesitó algo de tiempo para prepararse un café.

—No hay problema, le repito la pregunta ¿Qué piensa de la película? —el hombre había dejado de luchar con las repentinas desapariciones de sus alumnos. A esas alturas del encierro ya todo le daba igual.

La rutina de Denise, alias Juan se volvió sinónimo de monotonía desde que comenzó la pandemia. Todo 2020 fue como vivir en una habitación, encerrado dentro de cuatro paredes, como un polluelo abrigado dentro de su cascarón. Sin embargo, recientemente se había quedado más solo que nunca, su familia se mudó al pueblo a cuidar a sus abuelos, nadie tenía asuntos urgentes en la ciudad aparte de él, quién necesitaba en wifi para continuar con sus estudios.

Su única compañía era su perro Aquiles, un caniche blanco con ojos de canica que pasaba horas haciendo de las suyas en la cocina. Apenas la semana pasada había tirado los últimos tres huevos que serían la comida de Denise para succionarlos crudos, aunque lo quería, también era un animal bastante desagradable.

Como sea, aquella repentina soledad se estaba volviendo difícil de procesar, no sólo por todo el silencio en casa (que hasta cierto punto era relajante) sino por el repentino hecho de que ahora estaba encerrado sólo y que si él no hacia las cosas, jamás se harían.

Tenía que barrer, trapear, lavar su ropa y hacer su propia comida. Denise jamás tuvo que trabajar tanto hasta ese momento, había elegido una universidad local para no tener que pagar renta y, por lo tanto, en los dos años que llevaba de la carrera jamás vivió solo.

Ahora mamá no estaba, papá tampoco y su hermanito menor. Todos se fueron y con ellos las risas, los gritos, los postres de fin de semana, todo.

No pudo conservar ni siquiera a su novio, quien lo ghosteo a inicios de la cuarentena.

—Aquiles... —Denise llamó a su perro, pero no lo encontró por ninguna parte, por lo que supuso que debía estar en el patio cazando a los pájaros que se atrevieran a posarse sobre el pasto. No le hizo mucho caso, siempre desaparecía a esa hora.

Como cada día, esperó a que bajara el sol para ir a comprar su cena, su despensa se había quedado vacía hace mucho y él intentaba posponer el momento de hacer la compra. El mini súper estaba a cuatro cuadras de ahí, así que le puso la correa al animalito, se colocó el cubrebocas y salió a la calle.

A mexican beautyWhere stories live. Discover now