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El fin de semana Denise se asomó a su corredor, el cielo llevaba varios días hinchándose, listo para dejar caer la tormenta del siglo

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El fin de semana Denise se asomó a su corredor, el cielo llevaba varios días hinchándose, listo para dejar caer la tormenta del siglo. El viento se había enfriado y era obvio que pronto la noche se pondría fea. Denise tenía su taza de café en la mano mientras observaba a Steve que estaba regresando de su carrera matutina junto con Bobo.

—Steve —lo saludó con la mano—. ¡Ten cuidado! ¡Va a llover! —espetó, señalando el cielo.

—I know —respondió este, metiéndose a la casa, dedicándole saludo escueto con la mano.

Bobo le ladró y Aquiles le contestó, moviendo furiosamente la colita.

—Buenos días Bobo —saludó Denise.

Luego se metió dentro de la casa.




Steve no tomó mucho en cuenta el comentario del chico sobre el clima hasta que cayó la noche y las primeras gotas de agua comenzaron a mojar el asfalto.

Al principio todo fue normal, ya le habían tocado algunas lluvias antes y aunque eran escandalosas, llenas de truenos y relámpagos, resultaba inofensivas. Sin embargo cerca de las nueve las cosas se pusieron raras, el agua comenzó a filtrarse poco a poco, al principio en pequeños surcos que él intentó limpiar con un trapeador, sin embargo, después de un rato se dio cuenta de que la tormenta no iba a ceder. De repente se giró a ver la casa y por seguridad desconectó los aparatos electrónicos. Apenas había terminado con eso cuando el agua comenzó a subir de forma alarmante.

Bobo saltó ladridos desesperados cuando su cama se empapó e intentó encontrar una forma de mantener sus patas secas. Todas las puertas de entrada tenían un pequeño desnivel de al menos diez centímetros, de modo que si querías entrar tenías que levantar un poco más los pies, Steve corrió para intentar sacar el agua, pero se dio cuenta que estaba ya por encima de ese borde, la casa estaba inundándose.

—¡Shit! —espetó, corriendo como desesperado para recoger todo lo que pudiera, no se había dado cuenta de cuantas cosas estaban demasiado cerca del suelo hasta que tuvo que levantarlas.

Entonces se notó algo, la cama era más alta de lo usual y estaba sobre una plataforma de concreto, los muebles eran casi todos de metal, incluidos los sillones, que eran la pura estructura y tenían algunas partes tejidas. La casa prácticamente estaba hecha para aguantar las inclemencias del tiempo.

—¡Abuela! —pensó, llevándose una mano a la frente, intentando no insultar a la mujer por no advertirle desde un principio que su maldita casa de inundaba.

Desesperado abrió la puerta para mirar el cielo, intentando descubrir si la lluvia se detendría pronto. Bobo salió disparado, probablemente intentando buscar un lugar seco, pero sólo se encontró con más agua. Afuera el panorama era aún peor.

A mexican beautyWhere stories live. Discover now