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Dos cuadras antes de llegar a la casa todo estaba inundado y Denise se quedó de pie, poniendo mala cara e intentando que no se le notara la incomodidad

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Dos cuadras antes de llegar a la casa todo estaba inundado y Denise se quedó de pie, poniendo mala cara e intentando que no se le notara la incomodidad. Al salir Steve lo había cargado en su espalda para que no se mojara los zapatos, pero de regreso ambos estaban cargando las cajas con despensa así que no podía pedirle que volviera a hacerlo.

Steve lo observó, frunció el ceño y luego puso los ojos en blanco. Denise era una de las personas más transparentes que conocía, todo se le reflejaba en la cara, desde la más pequeña incomodidad hasta sus momentos de enojo o euforia. Le costaba mucho mantener una imagen.

—C'mon, dame eso —dijo, pidiéndole la caja. En un primer momento Denise se le quedó mirando con el ceño fruncido, pero finalmente se lo dio—. Espérame.

Luego se dirigió a la casa. Denise se quedó quieto, frunciendo el ceño, preguntándose si quería que lo esperara ahí o se refería a otra cosa. Cuando el hombre entró a la casa y luego salió, no pudo evitar sonreír al darse cuenta de lo que estaba por suceder.

Steve volvió apenas cinco minutos después, guardándose la llave de la casa de Denise en el bolsillo.

—Vamos —agregó, agachándose un poco para estar a la altura del chico. Denise se le subió a la espalda de un salto.

El agua ya había bajado, le daba a Steve hasta los tobillos, Denise estaba eufórico al saber que sus pies no se mojarían y se aferraba a la espalda del hombre con tanta fuerza que este soltó un quejido cuando el chico apretó su agarre.

Cuando estaban casi por llegar a la casa Denise levantó la mano, pegando un grito. Aquello tomó a Steve por sorpresa.

—¡Hola Doña Martha!

—¡Hola Juan! ¡Hola Steve! —ella siempre había sido respetuoso y le decía Juan aunque ninguno de sus vecinos lo hacía.

Steve soltó un gemido y luego se giró hacia la mujer, que había metido la mesa y tejía desde su sillón, asomando la cabeza por la ventana de la casa.

El hombre apresuró el paso entrando al patio de Denise tan rápido como pudo, luego puso al chico en el suelo. Este levantó las manos al cielo y soltó un grito de alegría, para luego meterse dentro de la casa.

Para su mala suerte Steve tenía un complejo de cuidador que había desarrollado concienzudamente desde que era un niño. Su padre siempre le decía "Eres el hombre de la casa" "Tienes que cuidar de tu hermano y meterle sentido en la cabeza, tú eres el sensato de los dos" y luego agregaba "Cuando veas a los novios de Stella tienes que darles su merecido" "Tu hermana es tu responsabilidad".

Steve pasó toda su niñez y adolescencia intentando cuidar del mundo a su alrededor hasta que se dio cuenta que era una tarea exhaustiva que la mayoría de las veces no era recíproca. Entonces simplemente se alejó de todo y comenzó a vivir su vida en un desapego total. Sin embargo, ahora que estaba pasando más tiempo con Denise le estaba costando mantenerse a raya y no sentir satisfacción cada vez que hacía algo por él.

A mexican beautyWhere stories live. Discover now