La última de las estrellas ✓

Capítulo 2. ¿No sabes quién soy?

¿No sabes quién soy?

Un estadio repleto de personas.

Eso era lo que estaba frente a mis ojos ahora mismo.

No había ni siquiera un pequeño espacio para pasar o al menos un asiento que pudiera estar disponible. En realidad, se podría decir que todos estaban completamente juntos como si algún cantante famoso estuviera a punto de pasar por en medio de todos. O sea, un montón de fanáticos expectantes.

Puse una mueca.

Había un poco de aire helado recorriéndome entera y era en ese momento que me quería golpear a mí misma por no haber buscado una chaqueta o algo por el estilo. Solo salí con lo primero que tenía puesto, una camisa blanca, unos jeans y unos tenis.

Perfecto, Dani.

Seguí a los dos rubios locos sujetándome del brazo de Archie para no perderme, era muy seguro que teniendo en cuenta mi altura podría terminar completamente lejos y ni cuenta me daría.

Al acercarnos a unos lugares disponibles, los tres nos dimos cuenta de que había dos chicos justo al lado, pero tenían sus cosas en las sillas vacías, lo que me hizo saber que tendríamos que quedarnos de pie

—Disculpa —me dirigí a uno—. ¿Estos lugares están ocupados?

—Oye imbécil, queremos estos lugares, así que o quitas tus cosas o las lanzo por los aires, tu decides —le dijo la rubia, al mismo tiempo que yo

La miré algo confusa, sin embargo, los chicos nos dejaron el espacio en las gradas que usamos para sentarnos.

Apenas mi trasero tocó el lugar pude darme cuenta de que estábamos cerca de los vestidores donde se oían algunos gritos y risas divertidas

Miré un poco hacia allá, algo curiosa

—Dani —Archie me codeó—. Voy por bebidas, ¿quieres una?

—Ahm... sí, por favor.

—No dejes que nadie se siente en mi lugar —dijo por última vez, antes de levantarse y empezar a caminar en medio de todos

Alicia estaba a mi otro lado

—¿Has visto a Noah? —me preguntó

—¿Noah? —me confundí

Ella soltó una risita

—Okey, tal vez no lo recuerdes porque eres una olvidadiza, pero es el mejor amigo de Archie, y... ejem... mi amigo también.

—Oh —asentí, comprendiendo—. Es el pelirrojo, ¿no?

—Exacto, ese.

—Del que has estado enamorada desde tus ocho años, ¿verdad?

Me miró abruptamente, algo sorprendida

—Ahm... n-no, ¿por qué piensas eso? ¿Acaso yo te dije algo estando ebria? Mierda, sabía que no debí beber de más en nuestra fiesta de graduación.

—No fue por eso —reí—. Sino porque he notado ciertas miradas que pones cuando usas tu teléfono. ¿Han estado hablando?

Dudó, aunque no tardó mucho en asentir

—De vez en cuando.

—Y sabías que estudiaba en esta universidad—deduje

—Puede que sí, sí.

—Y que estaba en el equipo —seguí

—Ahm... posiblemente —bajó la voz

—Y que iba a jugar hoy, ¿cierto?