Capítulo 34. Solo un minuto.

51.4K 2.8K 1.2K
                                    

Solo un minuto

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Solo un minuto

30 de agosto, 2020

Había pasado una semana. Una semana entera, en la que mis lágrimas ya no existían de todo lo que había llorado. Los primeros días fueron los más duros, no salía de mi habitación, me encerré en mí misma y ni siquiera recuerdo si comí bien.

Mi corazón se había roto en dos pedazos distintos, dos pedazos que no podrían repararse por más que lo intentara, dos pedazos que solo podía juntar una persona. Irónicamente, la que lo rompió para empezar.

Durante estos meses, semanas, días, me había acostumbrado a su presencia de una manera tan indispensable que no veía un solo momento sin él.

Me acostumbré a su sonrisa, sus chistes malos, su cariño, a todo lo que sentía por mí y a su forma de demostrarlo. Me acostumbré tanto a él que ahora mismo estaba en el limbo.

Lo único que tenía claro era que si quería ser mínimamente fuerte no podía volver a verlo. Me volvería a destrozar como el día que me enteré, y en estos momentos estaba pasando por una etapa de mi vida que me dejaba absolutamente vulnerable.

No quería nada.

Alicia llegó un día después de que me enteré, me consoló, durmió conmigo algunas noches y me preparó la comida por más que le insistiera que no quería.

Jamás se fue, y le hizo una carta a la decana con letra de médico completamente falsa donde mencionó que tenía un virus letal, al parecer la mujer se lo creyó y me dio la excusa necesaria para faltar por toda esta semana.

Pero mañana debía volver.

Y no estaba preparada. No, porque sabía que si salía de aquí me lo encontraría donde fuera, eso lo tenía más que claro.

No ha dejado de buscarme.

Ha venido cada día por más que Alicia le diga que no estoy o lo que sea, promete venir al día siguiente y lo cumple.

Viene en todo momento, pregunta si estoy bien y se preocupa si ella le dice que estoy en mi cuarto. Vuelve al otro día, escucho su voz cuando me habla, pero nunca salgo.

No creo poder verlo.

No quiero.

Por más que una parte de mí, la estúpida quizás, esté presionándome para escucharlo, quiera esa explicación que está dispuesto a darme. Son cosas que no controlo. Mi corazón está roto, aunque tiene la esperanza de poder recuperarse, de poder oírlo.

Suspiré

Ahora mismo no quiero hablar de eso.

Estoy molesta conmigo misma.

Joder, ¿cómo pude ser tan tonta y no darme cuenta?

Limpié la última lágrima que bajó por mi mejilla, concentrándome mejor en lo que estaba haciendo.

La última de las estrellas ✓Where stories live. Discover now