Capítulo 23. ¿Quién es ella?

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¿Quién es ella?

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¿Quién es ella?

Tan pronto sentí el sol en mi cara me moví tanto que terminé despertando abruptamente. Mis ojos se abrieron a la par, al mismo tiempo que miraba por todos lados en un intento de ubicarme para saber dónde me encontraba. Casi por instinto moví mi mano tanteando a mi lado, miré hacia allí y lo confirmé

No había nada.

Forcé a mi mente a recordar lo que había sucedido el día anterior. Volví a dejarme caer en la almohada, con las imágenes invadiéndome en cuestión de segundos. La cabaña, la piscina, los chicos, la fogata, las preguntas... Dani.

Dani

Me levanté una vez más, mirando por toda la habitación a aquella persona que no encontré. Fruncí el ceño, juraba que ella había dormido conmigo, ¿o no? ¿No habíamos dormido juntos? ¿Había estado soñando todo este tiempo?

Sí, sabía que era demasiado bueno para ser verdad.

Sin embargo, aunque no hubiese rastro de la castaña, estudié el entorno, dándome cuenta de que no estaba en la habitación que me habían asignado para dormir con el moreno, por el contrario, estaba en una un poco más pequeña con una cama más grande.

¿Y si fue real?

Mi corazón saltó con fuerza en mi pecho. Casi por instinto, froté mis ojos retirando cualquier rastro de sueño, y entonces me levanté del todo para sentarme en la superficie, saqué mis piernas del edredón y toqué el suelo con mis pies descalzos, tanteando mis zapatos que no encontré. Al final solo pude levantarme, viendo una puerta que parecía ser el baño.

Me dispuse entonces a caminar hacia allí, excepto que apenas tomé el pomo pude darme cuenta de que estaba asegurada desde adentro.

—¿Dani? —pregunté cómo medida

—¿Sí?

Solté un suspiro al reconocer su dulce voz

No había sido un sueño.

Sí dormimos juntos.

Joder, fue la mejor noche de mi vida.

—¿Hace cuánto despertaste? —pregunté

—Ahm... hace una media hora, ¿por qué?

—¿Llevas media hora en el baño?

Tardó un poco en responder

—¿No? —dudó—. Digo, sí... estoy duchándome.

—Ya veo —sonreí al pensar que pudo haberse sonrojado y no quiso que yo la viera—. Iré a mi habitación a hacer lo mismo, ¿vale?

—Ajá —respondió al instante

—Te veo abajo en el desayuno —pronuncié como última medida

—Ajá —repitió como robot

La última de las estrellas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora