Capítulo 13

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Desconocido

La noche siempre a sido mi compañera, los mejores momentos de mi vida han sido con la hermosa oscuridad sobre mí, cuando salgo a cazar es ella quien me cuida, a sido mi mejor amiga, de hecho la única.

Camino de prisa por las oscuras calles, no sé si me vienen siguiendo y es mejor correr antes de que arruinen mis planes. Hoy las cosas se salieron un poco de control, no tengo miedo de lo que pueda pasar, pero si debo de tener más cuidado con mis próximos movimientos.

Me adentro en el auto que dejé alejado a unas cuantas calles para que no lo notaran, tomo la bolsa y saco mi traje habitual, me desvisto y remplazo la ropa deportiva por el elegante saco y el fino pantalón, guardo el pasamontañas que siempre me cubre y hecho andar hacia la casa. El pensamiento de la chica con la herida en la espalda vuelve a mi mente, quedé unos segundos consternado, pero rápidamente reaccione y logré de que no me atraparan, realmente no entiendo por qué pienso en la situación,  nunca he sentido pesar y mucho menos arrepentimiento, pero hay un sentimiento extraño cada vez que pienso que fue por mi culpa.

De todas maneras no sabía que estaría ahí, en realidad mi culpa no es, enciendo el reproductor tratando de desconectar de todo, la música llena el pequeño espacio y tarareo una canción un poco ruidosa, cosa que me encanta, casi llego a mi destino cuando en el estrecho camino dos autos están bloqueando la carretera impidiendo mi paso por esta, dos fuertes hombres están parados a cada lado con armas apuntando hacia mi dirección, paro el auto y dudo algunos segundos si bajarme o no.

— Aquí vamos de nuevo —respiro calmado puesto que ya sé lo que se viene

Uno de ellos se acerca a mi lado sin dejar de apuntar, abre mi puerta y cuando quiere tocarme le mando una patada que lo deja sin aire, me levanto con las manos en alto como si nada hubiera pasado, el resto me indica que suba a uno de los autos y yo obedezco como condenado que va a la horca.

El humo de un tabaco me recibe cuando me instalo dentro del coche, ahí está él con el pelo adornado con esas canas regadas por todo su cuero cabelludo, el traje impecablemente limpio, esa impetuosidad y prepotencia que lo caracteriza, está todo en total silencio, nadie habla, nadie se mueve, cuando el está es un absoluto silencio a menos que él te conceda hablar. El auto arranca y veo a uno de sus hombres entrar al mío siguiéndonos el paso cuando nos ponemos en marcha.

El camino se me hace conocido, la estrechez de la calle, los árboles esbeltos, recuerdo cada centímetro de esta vivienda, venía muy seguido aquí cuando era pequeño. El auto se estaciona, él se baja de inmediato mientras yo imito su acción siguiendo sus pasos, la gravilla resuena con el sonido de los zapatos cuando nos adentramos hacia el interior de la casa.

Él se detiene justo en la entrada, de momento, sin esperarlo se voltea y el puño de su mano golpea con fuerza mi cara, yo sonrío expulsando mi saliva roja mezclada con la sangre.

— Padre puedo explicarlo —intervengo cuando lo veo con la intención de repetir el golpe, pero mis palabras quedan al aire cuando otra vez siento el impacto en mi cara

— Nunca has sabido guardar respeto, siempre has sido rebelde y has querido hacer lo que te da la gana —pronuncia con su voz gruesa y varonil que lo caracteriza

Si él supiera que lo único que necesito en esta vida es su aprobación, que todo lo que hago es para ver si al menos su atención la puedo obtener, pero nada de lo que hago está bien para él, prefiere a esos estúpidos a los que sí trata como si fueran sus hijos. Es por eso que trazé mi plan en secreto, mi plan de venganza, la justicia que se merece mi difunta madre.

— No fue mi culpa lo que pasó padre —intento justificarme

—  No te quiero cerca de los míos, no los busques, no los mires, no pretendas hacerle ningún daño a ellos nuevamente porque vas a lamentarlo

Los Lobos de Needville © Where stories live. Discover now