Capítulo 14

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Arden

La ansiedad era algo que desde la muerte de mis padres no experimentaba, a duras penas y con mucho esfuerzo aprendí a suprimir mis sentimientos, mostrarme natural al mundo, pero con ella, aquel sentimiento de desespero había surgido nuevamente en mí, escuchar su voz, buscar su mirada entre la gente, apreciar sus gestos y su sonrisa, eran de las cosas que no podía ya evitar, cuando no las tenía cerca o sabía que no la vería en un determinado tiempo, la ansiedad se apoderaba de mi sistema.

No podía dejar de mirarla, era algo superior a mí, quería obligar a mis ojos no verla, no contemplarla con la divinidad que lo hacían, pero como si tuvieran vida propia, siempre volvían a ese punto desesperante: ella.

— Deja ya de acosarla y llénate de valor —un moreno toca pelotas interrumpe mi fascinación

— No sé de qué me hablas —fingí

— Que mal mientes Arden, nunca has sabido mentir

— No miento, realmente no sé de qué hablas

— Sabías que cuando te tocas los ojos repetidamente es qué estás mintiendo? —su observación me sorprendió un poco

— Es que tu nuevo hobby es hacerme perder la paciencia, deja de inventar cosas —afirme haciéndome el ofendido

— En serio? Me negarás que no estabas perdidamente extasiado con Hazel?

— No —involuntariamente mis manos fueron hacia mis ojos, estrujándolos en el acto, pero cuando me di cuenta ya era demasiado tarde para negarlo, mi mejor amigo me había descubierto —bueno, solo un poco —admití

— No te preocupes, no eres el único —su mirada se concentró en la pelirroja que reía estruendosamente

— Como sea, no durará mucho, pronto se me pasará

— Eso creía yo, y aquí estoy después de dos años tragando mis propias palabras —sonrió un poco y luego comentó —un consejo de amigo que te doy, no reprimas tus sentimientos, no los guardes, no los ahogues, porque tarde o temprano saldrán y saldrán con mucha más fuerza de la que logras imaginar, y ahí será mucho más difícil de controlarlos —entendía a la perfección sus palabras —déjalos que vuelen, complace tus deseos, si quieres correr hacia ella, hazlo, si sientes la necesidad de protegerla, no te limites, si cada segundo que pasa quieres estar a su lado, respira junto a ella, créeme, no hay mejor sensación que dejarte llevar, te evita frustraciones, ansiedad, y el mal rato de mentirle a tu amigo que ya sabe toda la verdad

Sus palabras eran como las pastillas curando aquel dolor, entendí todo, aunque aquellos sentimientos extraños eran nuevos para mí, debía dejarlos salir, que fluyeran solos y como estaba dispuesto a seguir sus consejos:

— Gracias, eres el mejor

— Lo sé, lo sé

Después de esa respuesta por su parte caminé hacia mi objetivo que tenía una conversación fluctuosa con su nueva amiga, la agarré del brazo interrumpiendo su charla y la alcé con el propósito de llevarla conmigo, a dónde? No tenía ni idea, pero estaba siguiendo el consejo de dejarme llevar por mis sentimientos.

— Oye —su grito hizo que todas las miradas se posaran en nosotros, siendo el centro de atención

No me detuve, todo lo contrario, avancé hasta quedar alejados de la multitud, lancé un silbido y en menos de dos segundos Lebrun estaba a mi lado acompañándonos.

— Suéltame —pedía con una voz no muy convincente

Ella trataba de zafarse pero mi agarre era más fuerte, cuando estuvimos lejos de todos paramos en seco.

Los Lobos de Needville © Where stories live. Discover now