Capítulo 21

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Los recuerdos se reproducen como un tráiler de una película en mi cabeza, mis piernas estrellándose una y otra vez enterradas entre clavos, Lebrun atado sin poder moverse, una explosión, la sirena de una ambulancia, todo se genera extrepitosamente a mi subconsciente.

Abro los ojos y debajo siento estar flotando entre las nubes, la suavidad y el confort que disfruto solo puede ser en una cama, que definitivamente es en la de Arden Parrish. Miro a mi alrededor buscando lo que falta, ese calorcito que siempre está alrededor de mis pies fue reemplazado por un vacío tan frío que no puedo parar de observar todo mi contorno buscando al lobo que no veo.

Intento ponerme de pie, pero el dolor de mis piernas no me deja aparto las sábanas y la hinchazón tiene mis muslos como barras de jamón. Atrapo una entre mis manos aguantando el dolor que esto me produce, para así obligarla a que toquen el suelo, hago lo mismo con la otra y me trago el grito que quiero soltar cuando la puerta se abre de golpe asustándome haciendo que suelte el chillido que sale de mi garganta.

— Estás loca?? Por qué haces eso?

Arden corre a mi sitio devolviendome a la cama.

— Dónde está? —pregunto y no recibo respuesta de su parte —Qué pasó? Dónde está Lebrun Arden? —inevitablemente los ojos se me llenan de lágrimas al evocar el último recuerdo que tengo de él, encerrado sin poder moverse, mis ojos se descontrolan al generar lágrimas a borbotones

— Tranquila —intenta calmarme

Lanza un silbido que es el que hace para llamarlo y siento que mi corazón vuelve a latir a su ritmo habitual.

— Sólo está un poco irritable, se pone así con facilidad luego de que le inyectaron el sedante —aclara y no a terminado de decirlo cuando dos patitas se cuelan por la puerta abriendo paso a uno de los lobos más hermoso del planeta

— Eyy grandote —lo llamo y enseguida da unos pasos para después saltar sobre la cama provocando que se tambalee un poco por el gran peso, acaricio su cuello, el pelo suave se cuela entre mis dedos y no dejo de llorar como tonta cuando recuerdo que pude perderlo

En los minutos siguientes no deja de estar sobre mí jugueteando y lamiendo las lágrimas que empapan mi cara, mi corazón está feliz a pesar de haber tenido uno de los peores días de mi vida. De repente el lobo se pone serio y decido parar los cariños ya que se aísla a una esquina de la cama acurrucado sobre su propio cuerpo.

— Sí que está sensible, aunque bueno las mascotas tienen el mismo carácter que sus dueños, la bipolaridad tiene que salirle de alguien —comento con ironía guardando la risa que me provoca

— Últimamente parece más lobo tuyo que mío, así que te doy toda la razón, es igualito a ti —se defiende de la misma forma

Río por lo bajo ante lo dicho, risa que desaparece cuando una corriente de dolor baja por mis piernas. Un quejido sale de mí y la cara de preocupación de Arden es notable.

— Qué pasa?

— Sólo fue un leve dolor —respondo —cuando podré caminar normal otra vez?

— El médico a dicho que podrás hacerlo si sigues las indicaciones y haces los ejercicios terapéuticos

Respiro tranquila al escuchar lo que a dicho.

— Dónde está Harriet? Fue ella la que me encerró con ese niño loco

— Sí, lo sé, ya nos encargaremos de ella —contesta un tanto molesto

— Y Jhon? Qué pasó con él?

— No te preocupes por nada, yo me encargaré de todo

— No, quiero ocuparme de eso también, quiero verlos sufrir, que se arrepientan de haber hecho lo que hicieron conmigo, que conozcan el infierno que puedo desatar

Los Lobos de Needville © Where stories live. Discover now