Capítulo 15

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Creía estar en una nube, pensaba que estaba flotando en el aire cuando Arden, con toda la intención del mundo me atraía a su cuerpo y me besaba. No era algo que me molestaba, todo lo contrario, lo que en realidad me costaba asimilar era que después del cielo que te mostraba, te descendía al infierno junto a él.

Él desataba mis demonios, él soltaba mi lado malo, él y sólo él podía haber provocado que mis celos mataran a la rubia coqueta. Nunca antes había experimentado el poder de la adrenalina, ser capaz de tener la vida de una persona que simplemente te estorba entre tus manos, el poder de arrebatar esa vida en el instante que quieras. No me arrepiento, y eso es lo peor, que si me dieran la oportunidad, volvería hacerlo.

La caminata hacia mi casa es extenuante, los pies me duelen y no soporto el frío clima. Arden y Lebrun caminan cada uno a mi lado, parecemos una familia disfuncional que tiene a un lobo como hijo. Llegamos a la escalera que conduce a mi casa, mi intención es subir pero Arden me detiene.

— Te veré mañana en la práctica —asiento y sus ojos azules iluminados por las luces están fijos en mí

Nos quedamos ahí, observando nuestra oscura alma a través de los ojos, siento su mano recorriendo mi brazo y un escalofrío lo recorre hasta llegar una punzada rara a mi estómago, el chico de cabellos blancos atrae mi cuerpo hacia el suyo, con sus manos rodea mi cara y un beso sutil, casto pero tierno se posa en mi boca, sus labios se siente como algodón, su suavidad hace que no te quieras separar de ellos. Lebrun emite un aullido que nos hace despegarnos, una risita pícara y un guiño es lo último que veo de Arden antes de dar media vuelta y perderse entre el bosque con su lobo.

Subo las escaleras y encuentro a Roald sentado en una de las tumbonas de la terraza trasera, su cabello está revuelto con hebras regadas por toda su frente, al parecer vio la escena con Arden pero realmente no me importa, yo ya estoy bastante grandecita como para dar explicaciones y mucho menos al chófer. Sigo mi camino a mi habitación como si él ni estuviera ahí sentado con cara de querer que le cuente lo que está sucediendo. Llego a mi cuarto y después de pensar en todo lo que hice en el día, varias emociones me recorren, la vergüenza, la felicidad, el peligro, la satisfacción, el perdón, he vivido un día cargado de sentimientos que aunque algunos pueden ser catalogados como malos, fueron mis decisiones, fue lo que yo elegí, y de eso no me arrepiento.

....

Amanece y el sol se va colando entre los pequeños espacios de mi habitación, al levantarme me cambio rápidamente, hoy según Arden hay práctica y con él hay que tener puntualidad inglesa. Cuando bajo las escaleras me encuentro a mi madre tomando una taza de café, sentí su aroma al bajar, voy al refri, alcanzo uno de mis yogures griegos y cuando estoy a punto de salir la voz de mi mamá me detiene.

— Hazel —paro en seco y volteo para escucharla —Quién es ese joven que siempre te trae a casa? Es tu novio? Qué edad tiene? Quienes son sus padres?

— Cuántas veces come al día? Con quién se relaciona? En qué trabaja? Fueron las preguntas que te faltaron mencionar —digo con sarcasmo —que es esto, un interrogatorio?

— Sólo me preocupo por ti zell —se acerca a acariciarme pero yo me aparto para evitarla

— Ya es tarde para eso

— Yo nunca voy a cansarme de cuidarte, de preocuparme y querer lo mejor para ti, pase lo que pase, yo soy tu madre

— Crees que diciendo palabras bonitas vas a borrar todo lo que me hiciste pasar —recordar el pasado me hace daño, intento salir de allí pero vuelve a dirigirse hacia mi

— Que no fue mi culpa que tu padre muriera, no merezco tu rechazo ni tus malos tratos

— La que no mereció que la dejaras sola era yo, y lo hiciste, me abandonaste cuando más te necesitaba —le doy la espalda y continúo mi camino a la salida —verdaderamente no vale la pena recordar el daño que me hiciste

Los Lobos de Needville © Where stories live. Discover now