Capítulo 20

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Even

La rabia recorre cada vía sanguínea de mi cuerpo, la oscuridad de mi alrededor es un detonante más del deseo de arrancarle la piel a la estúpida que a puesto a la persona más importante para mí en peligro.

Me enerva no tener el control de la situación, que esté expuesta a cosas como esta, pero si tiene un mínimo de rasguño, Harriet lo pagará y no será agradable para ella. Tonta que piensa que por tres polvos ya me enamoré, ilusa que cree que la voy a poner por encima de Hazel.

Tan fuerte que quiere hacerse y con dos golpecitos en la pared se desmaya, pobre, que el diablo se apiade de su alma ya que no sabe el infierno en la tierra que le espera.

Los gemelos la arrastran escaleras abajo con la sangre brotando de su cabeza, no me da ningún tipo de lástima verla así, de hecho considero que no a pasado absolutamente nada comparando con lo que voy a hacerle.

Se escucha un grito de dolor el cual alerta a todos haciendo que apretemos el paso hasta llegar a la dichosa puerta. Los murmullos detrás de ella se perciben aunque no se entienda con claridad lo que dicen.

— Las llaves —exijo

— No las busques que no están —entre quejidos interviene la pelinegra en el suelo, Wall le da con el pie en la cara haciendo que se desmaye nuevamente

Un aullido desde dentro hace que me preocupe más poniéndome nervioso, Cronos a mi lado devuelve el aullido que esta vez es de tristeza, lo conozco tanto que puedo ver en sus ojos la aflicción con la que lo hace.

Gibran saca los explosivos de la mochila dándosela a Arden que los coloca cerca de la cerradura y el marco de la puerta de hierro. Todos se alejan unos pasos hacia atrás cuando mi hermano presiona el botón desatando la explosión que ocaciona que se produzca un gran hueco en la puerta y el marco desapareciendo el seguro que la trancaba.

Kurt y James propician una patada al mismo tiempo abriéndola completamente. El humo interrumpe mi visión cuando me adentro al pequeño espacio, rápidamente un hombre fornido intenta sujetarme pero los colmillos de Cronos enterrados en el cuello del hombre cuando salta, impide que llegue a tocarme, el lobo arranca el pedazo de carne dejando a su víctima sin la mitad de su cuello.

Veo a Gibran y Shelley liberando a Lebrun de la jaula que lo mantenía cautivo, el lobo se remueve un poco incómodo, por su notorio desequilibrio estoy seguro de que le aplicaron un sedante, craso error porque a los lobos entrenados como estos no se le puede aplicar ningún tipo de anestesia, ya que después que pasa la reacción se vuelven extremadamente agresivos y letales, al punto de no obedecer, incluso a quienes han protegido durante años, haciendo que reaccionen según su instinto animal. Arden va directo al niño que le apunta con un arma sin un atisbo de miedo, yo me concentro específicamente en la chica que tiene las piernas ensangrentadas en una base de clavos afilados, su cuerpo está tendido en el suelo sin ninguna reacción.

Llego hasta donde está y la tomo entre mis brazos tratando de que reaccione, sacudo su cara varias veces con esperanzas de que abra los ojos, intento sacarla sin dañarla de donde está con la ayuda de James. Su respiración es leve, tiene una herida en una de sus rodillas y los agujeritos recientes en las piernas. Está extremadamente sudada, con la piel pegajosa y el olor a sangre impregnado por todo su cuerpo.

— Arden eres tú? —pregunta débil y las palabras hieren totalmente mi ego

La alzo para sacarla de ese ambiente, no puedo permitir que se desangre y mucho menos que muera mi persona favorita. La desesperación me atrapa y no puedo dejar de pensar en lo vulnerable que me siento cuando estoy junto a ella. Salgo atropellando a todo el que se me atraviesa en el camino, subiendo las escaleras oscuras no sé ni como. Voy directo hacia donde la seguridad reunió a los huéspedes, ya que a estas horas la policía debe haber rodeado todo el hotel, como estoy vestido de guardia nadie sospechará.

Los Lobos de Needville © Where stories live. Discover now