Capítulo 29

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Arden

Abrí los ojos despacio. Todo me daba vueltas, me sentía muy débil y sabía que tenía peor aspecto que un vagabundo, igual a aquellos que había asesinado por diversión en un callejón sucio. Miré a mi alrededor, noté que estaba atado a una silla, a un lado Even permanecía desmayado en la misma posición, ambos desnudos de la cintura hacia arriba y con el pelo hecho remolinos. No tenía ni la más mínima idea de cómo había llegado allí, Kenen se había encargado de dejarnos inconscientes en todo el trayecto. Aquel lugar estaba vacío, tan solo había una mesa de metal, una silla y un foco en el centro del techo, que me iluminaba como si fuera un rayo de sol.

Parpadeé un par de veces y traté de mantenerme despierto unos minutos, el mareo que me producía mantener los ojos abiertos me obligaba a cerrarlos. No tenía sueño, pero quedé rendido al mantener mis párpados cerrados. Luego desperté nuevamente, el dolor de cabeza me martillaba y empecé a sentir otro dolor que al parecer había ignorado. Mi pierna derecha no había dejado de sangrar, Kenen me había disparado y aunque la bala solo había rozado mi piel, no dejaba de segregar el líquido rojo que me manchaba y ardía de los mil demonios.

No había rastro de esa escoria por todo el lugar y el que Even no despertara ya me tenía preocupado. Su cabeza hacia un lado, los ojos cerrados y el pelo azabache cayendo en su rostro, el sudor cubría como tela fina su cuerpo, realmente me estaba preocupando. El vendaje en su mano estaba sucio y con manchas de sangre, sentía pesar por aquella situación.

De repente la puerta se abrió y la luz que recibía desde esa dirección me hizo cerrar los ojos en señal de molestia.

— Vaya vaya, ya se levantó la princesa de la casa —Kenen se acerca —madre estuviera decepcionada

— Si te viera —termino su frase

Una risa de desquiciado sale de entre sus labios, en el mismo segundo se descompone y la cara de enojo me hace recordar que efectivamente tiene un desequilibrio mental.

— Si madre me viera estaría orgullosa —empieza a desenvolver una faja con varios cuchillos y herramientas —al final he socializado con varias personas, justo lo que ella quería

Me mira con un cuchillo de afilada hoja. Vuelve a dejarlo en su lugar y esta vez se acerca a Even.

— Este sí sería la vergüenza de los Parrish —pronuncia tomando de los cabellos a mi hermano y este no reacciona ante su toque brusco

— Sería el único ya que tú no eres un Parrish —acto seguido el puñetazo que lanza a mi cara me hace tambalear —usar nuestros métodos, imitar lo que hacemos y tratar de parecerte, no te hará como nosotros, nuestro don está en los genes, genes que por supuesto no llevas

— Ay Arden —suspira— siempre tan predecible

El impacto de sus nudillos en mi cara vuelve a estremecerme y en esta ocasión la sangre se riega por cada rincón de mi boca poniéndome a degustar el sabor a hierro que se cuela entre mis papilas gustativas.

— No necesito tener tus genes psicópatas, tengo los míos propios —camina a mi alrededor —por si no lo sabías mi padre asesinó al tuyo, cortándole las piernas

La rabia se me acumula en el pecho y debo estar soltando humo de las orejas.

— Eso es mentira —afirmo un poco sorprendido

— No, no es mentira —contradice —Burló una escuadrilla completa de policías y se rió en tú propia cara haciendo que lo llamarán, el señor Arthur no es lo que les a mostrado a ustedes

— Envidia? De qué a ti nunca te ha tratado ni va a tratarte como a nosotros, ha estado toda la vida conmigo, creo que empezaré a llamarlo papá

— Él no es tu padre!!! —explota y consigo lo que quería, desequilibrarlo un poco, aunque no creo que eso haya sido buena idea ya que sale eufórico con la locura en peor estado de cuando entró

Los Lobos de Needville © Where stories live. Discover now