(II)3. ¿Día del padre? ¿Qué es eso?

627 57 6
                                    

Slipped Away- Avril Lavigne

El timbre sonó, interrumpiendo mis horas de sueño. Al mirar el reloj, pude ver que eran más de las ocho de la mañana, no me preocupó, puesto que ese día no teníamos nada importante que hacer. Me dirigí perezosamente a la puerta. Al abrir, un repartidor de flores esperaba con un lindo arreglo florar.

-¿Adabelle Lancaster?- preguntó. Asentí- Esto es para usted.

-¿Quién lo envía?

-No lo sé, lo siento. Pero, creo que hay una nota en ellas.

Agradecí y se fue, al estar dentro, hurgué entre las bonitas flores, encontrando una tarjeta de color dorado. Al abrirla, un breve texto se leía en ellas.

"Seis días más, sólo seis, preciosa. Quisiera estar contigo en este momento, pero descuida, más pronto de lo que crees estaremos juntos. Muy pronto."

Asumí que eran de Mario, puesto que se había ido de viaje durante un tiempo por su trabajo. Ya que era un terapeuta muy reconocido en una ciudad muy lejana. Se había disculpado millones de veces por no poder acompañarme en mi cumpleaños, pero prometió una sorpresa, aunque jamás imaginé que la sorpresa comenzaría días antes de mi cumpleaños. Sonreí y coloqué las flores en agua, eran realmente preciosas, no sabía que Mario me conocía tan bien, pero, supongo que seis años han sido ya demasiado.

{{{°}}}

Los siguientes días continuaron llegando arreglos de flores, cada uno más hermoso que el anterior. Había intentado contactar a Mario para agradecer, pero ya me había advertido que en el lugar al que iba, la cobertura no era muy buena, además de que la diferencia de horarios era de nueve horas. Faltaban dos días para mi cumpleaños número 26, y no estaba para nada entusiasmada. A pesar de que mis hijos estarían conmigo, y ellos eran mi razón para existir, no se sentía bien.

Me dirigí al cementerio en donde permanecían los restos de Hades. Su madre había decidido dejarlo en la lápida familiar, en un cementerio muy exclusivo. Al llegar, observé el nombre en su lápida, las lágrimas salieron sin poder evitarlo.

-Hola- susurré sentándome junto a la lápida con su nombre- ¿Sabes? te extraño- suspiré-En estas fechas el dolor es casi insoportable. Si no fuera por los niños, creo que me volvería loca- suspiré nuevamente - nuestros hijos, te extrañan cada día más, ¿lo sabías?. Cada vez que te hablan, cuando te cuentan su día, cuando te hablan sobre ellos, me parte el corazón. Quieren que estés aquí, y yo también. No sabes cuanto te he necesitado, tus abrazos, tus besos, tus palabras, a ti, en general, todo lo que tú conllevabas- acaricié su nombre con las yemas e mis dedos, observando el anillo que permanecía desde hace seis años en uno de ellos. Aclaré mi garganta.- ¿Sabes? Hay..., alguien, se llama Mario, y creo que ya te había hablado de él. Es bueno con los chicos, los adora, y al parecer a mí también, me ha pedido una oportunidad antes de irse hace algunos días, para que pudiera pensarlo. Ya lo había hecho antes. Yo..., quiero avanzar..., aprender a vivir con tu recuerdo, pero, es tan difícil, porque lo he intentado, he intentado quererlo, pero siempre ha existido un gran problema- suspiré. 

-No eres tú... Y yo no quiero a nadie más que a ti. No quiero lastimarlo, pero tampoco darle falsas esperanzas- sequé mis lágrimas- y decidí cambiar de tema, no me gustaba hablar sobre eso.- En dos días será mi cumpleaños, y no quiero, no quiero saber que ya pasó otro año sin ti. No quiero que Gael y Lea me pregunten nuevamente si llegarás a partir el pastel con nosotros como en sus cumpleaños lo hacen, porque... ya no podría soportarlo, porque no sé como explicarles que en realidad jamás volverás. Que jamás asistirás a sus cumpleaños, ni a sus momentos importantes, que jamás te conocerán en realidad. Que permanecerás perdido para siempre, porque aunque quieran, no podrán encontrarte. Es muy difícil hacerlo sola... No sabes cuanto te necesito- me rompí a llorar, ya era demasiada carga para mí.

Después de un tiempo, me puse de pie- tengo que irme, los niños están por salir del prescolar, no quiero llegar tarde. Te amo, Hades, y siempre lo haré. Eternamente, amor.

Al llegar por los chicos, me hablaron sobre su día. Ellos estaban cursando el primer grado de preescolar, el cuál había iniciado el año pasado.

-Mami- llamó mi hijo cuando estábamos por cruzar la calle.

-¿Qué pasa, cariño?

-La maestra nos dijo que pronto será el día del padre. ¿Qué es eso?- lo miré, mis ojos se cristalizaron.

-Es..., un día en donde celebramos a nuestros papás.

-¿Vamos a celebrar a papá? ¿Papá vendrá?- preguntaron con emoción, haciendo al unísono la última pregunta.

-No lo sé. Pero si no viene, saben que podemos hablar con él, y ver sus fotos y videos en compañía de su abuela Rose, como lo hacemos en sus cumpleaños.

-¡Si!- gritaron ambos.

A mitad de camino, sentí nuevamente ser observada, miré alrededor, fue cuando me percaté de un hombre de negro que caminaba sospechosamente en la acera de en frente. Usaba lentes y un gran gorro, por lo que no pude reconocerlo. Poco antes de llegar a casa, miré sobre mi hombro nuevamente, corroborando que el hombre continuaba ahí... Y por alguna razón, me asusté.

-¿Niños?- hablé al ver nuestra casa cerca y asegurarme que no había más calles por cruzar- Haremos una carrera a casa, el primero que llegue ganará un premio, ¿si?

-¡Sí!

Corrieron rápidamente, y comencé a caminar rápidamente. Al llegar a casa, miré nuevamente atrás, observando al hombre girar en la esquina en donde comenzamos a correr, causando un alivio inmenso en mí. Sabía que podría ser solo paranoia por el estrés, eso me había pasado antes, pero no podía evitarlo. Aunque sabía que por mi bien y el de mis hijos, debía estar bien conmigo misma. 

Cuando dejes de amarme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora