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Solté un suspiro apoyando la barbilla en mi puño. Frente a mi Diana me miró con cansancio.

—¿Vas a decirme que te pasa?

—Nada —murmuro.

Ella arquea una ceja dejando su pasta a la boloñesa para prestarme atención.

—Entonces, ¿por qué suspiras tanto?

Dejo caer los hombros mirando mi móvil a un lado de la servilleta.

—Es que Ruel hace días que no me responde —confieso—. No sé que le pasa conmigo.

Hace un rato viendo historias de Instagram he visto que ha subido algunas de su pequeña Zoe en el parque y usando su telescopio de noche.

—No puedes hablar enserio.

Escaneo su rostro en busca de respuesta y ella se exaspera.

—Estás ciega si no sabes que le ocurre.

—No entiendo —tuerzo la cabeza más confusa que antes—. ¿Tú sabes algo? ¿Te dijo algo? ¿Por qué no me lo cuenta a mi?

Diana me mira con la boca abierta.

—Si que estás ciega —niega—. Pues si no sabes no seré yo quien te lo diga.

—¡Diana! —exclamo quejándome y haciendo pucheros.

Por mucho que insisto no me lo cuenta solo me repite que soy boba y ciega y que si quiero saberlo que de lo pregunte directamente a él. Enfadada hago morritos y me rindo apoyando la mejilla en mi puño pensando que puede pasarle a Ruel conmigo.

En mis siguientes clases presté toda la atención que pude y ordené los apuntes que nos fueron dando en el ordenador para concentrarme mi mente en otra cosa. Al salir de la clase al acabar revisé mi móvil, tenía una llamada perdida de Christopher de hace una hora y unos mensajes preguntando su estaba en clase, me había ido esta mañana sin avisar porque estaba tan dormidito que no quise despertarlo y cogí el autobús.

Justo cuando iba a abrir el mensaje para responder me llegó otra llamada suya que contesté mientras bajaba a encontrarme de nuevo con Diana entre sus clases.

—Hola princesa —saludó en cuanto descolgué.

—Hola Channie.

Hubo un segundo de silencio y ya me imaginé que estaba poniendo esa carita dulce de enfado haciendo morritos y arrugado la nariz.

—Lo acepto solo porque eres tú.

Sonreí.

—Te llamaba para decirte que hoy no podré ir a buscarte a la universidad —enseguida siento la desilusión—. Mañana es la noche especial del mes en el Red Lights y tengo mucho que organizar.

—Oh —murmuró con decepción.

—Pero mañana espero que vengas, tienes pase VIP siempre.

Ahí ya me animé un poquito más, podría verle aunque fuera un minuto mientras trabaja ya que el club se llena mucho todos los días.

—Será una fiesta de disfraces —comenta con alegría—. Tu podrías disfrazarte de Princesa Peach, estarías preciosa.

—Ya me disfracé de ella con ocho años —farfullo por lo bajo recordando la tortura a la que me sometió mi padre con ese disfraz.

—Dime que tienes fotos.

Me quedé en silencio avergonzada y esa fue toda la respuesta que necesitó. Mi padre tiene esas fotos, tiene cientos de fotos mías con disfraces ridículos desde que nací.

Red LightsWhere stories live. Discover now