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Rechazo otra llamada de mi madre y silencio el móvil ya cansada de que desde hace tres días no se canse de llamarme y no entienda que no quiero hablar con ella. Su insistencia es admirable debo decir pero no quiero oír otra vez lo mala hija que soy, lo mal que me porté y seguramente le haya dicho Spencer su versión de lo que ocurrió lo cual me habrá dejado como la mala y mi madre nunca perdería oportunidad de echármelo también cara.

Entro en la habitación con las dos tazas de café. Christopher está sentado en el escritorio con el ordenador me mira pasar cuando entro.

—Peach, necesito hablar de algo.

Parpadeo girándome a mirarlo y ya los nervios se apoderan de mi cuerpo porque esas frases nunca significan nada bueno. 

—¿Que...que pasa? —pregunto nerviosa.

Parece nervioso lo que me pone a mi también nerviosa. Se levanta de la silla y camina hasta donde estoy.

—Ven —me ofrece la mano que cojo y me lleva a sentarme en la cama junto a él.

Por unos segundos muy largos nos quedamos en silencio. Él se ve serio y algo nervioso.

—Peach —comienza por fin y el aire retenido en mis pulmones empieza a arder—. Hablamos muchas veces de que nuestros horarios no encajan y tenemos pocas horas durante la semana para vernos.

Asiento. Claro que recuerdo las caras tristes que pone cuando le digo que tengo que irme a clase y no puedo pasar la noche con él o que tengo que levantarme temprano y por eso me voy a casa.

—Me gusta cuando estás aquí... —se rasca el cuello de forma nerviosa evitando mirarme—. Si duermes aquí significa que puedo pasar más tiempo contigo y...no sé si entiendes lo que quiero decir.

Niego despacio. Al principio me temí lo peor, que fuera a decir que pasar tanto tiempo conmigo le hizo ver que no le gusto y no quiere verme más pero ahora que ha dicho justo lo contrario no entiendo que quiere.

—Quiero vivir contigo Peach —suelta de golpe dejándome sin habla—. Ya sé que llevamos poco tiempo pero quiero dormir contigo y verte todos los días todas las horas posibles. Podría llevarte a clase por las mañanas y por la noche dormir contigo cuando llegue. Podríamos intentarlo como prueba unos días si quieres, te vienes aquí ya que Bastian te agrada o podría ir yo a tu piso y estar solos, lo que tu prefieras. Magdalena tampoco es un problema, a Bastian no le molesta y a mi tampoco, tiene la terraza y... —se calla al ver que está hablando sin parar—. ¿Qué...qué me dices?

—Sí.

Sus cejas se alzan sorprendidas y sus ojos no dejan de escanear mi rostro en busca de respuestas y su boca se entre abre por la sorpresa.

—¿Has dicho que sí o me lo imaginé? —pregunta aún en shock.

—He dicho que sí.

—¿De verdad? —se pone en pie de golpe sin dejar de mirarme.

Asiento de nuevo.

—He vivido mucho tiempo sola pero no creo que me moleste compartir piso con dos chicos.

Me gusta la idea de irnos a mi piso y estar solos allí, podríamos hacer todo el ruido que queramos sin que luego yo pase vergüenza. Y extrañaré a Mara, Thea y el pequeño Denis pero pensándolo no quiero que Bastian se quede aquí solo. Aunque podría buscarse otro compañero temporal sé que no querría a otra persona que no sea a Christopher como su compañero ya que llevan siendo amigos desde hace años.

Christopher me mira con la ilusión de un niño viendo los regalos el día de Navidad. Me agarra de las manos para levantarme y tira de mí hasta que mi cuerpo se pega a su pecho y me rodea con sus largos brazos por la cintura.

Red LightsWhere stories live. Discover now