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Dentro de tres días tengo un examen importante que me está costando un poco estudiar por eso en lugar de estudiar cogí el móvil en cuanto Christopher me llamó y dejé de lado los apuntes por hablar con él.

Me estaba descuidando demasiado los estudios, pero es que por él merece la pena. No había descubierto hasta ahora cuanto se podía llegar a querer a una persona en tan poco tiempo.

Hay días que no podemos vernos por mi horario o por el suyo, porque necesita descansar. Entonces pasamos días echandonos mucho de menos. Por eso no puedo negarme a cogerle la llamada, descuidando un poquito mi tiempo de estudio. Por no un ratito no va a pasar nada. Aunque el ratito siempre se acaba convirtiendo en horas.

Además hoy publicarían las notas del último examen que hice con ese mismo profesor, hacía ya dos semanas por lo que estoy bastante nerviosa por saber la nota.

—¿Y si voy a ayudarte a estudiar?

—Chris, siempre que vienes a ayudarme a estudiar —digo haciendo énfasis en la frase— terminamos haciendo de todo menos estudiar.

Me muerdo el labio reprimiendo la sonrisa tonta. No voy a mentir y decir que no me gusta que venga y me distraiga.

—Tenía esa esperanza cuando lo he dicho —murmura.

—¡Christopher! —exclamo al notar las segundas intenciones en su voz grave.

—¿No quieres que vaya? ¿No te apetece que nos sentemos juntos en el sofá bajo la manta y te rodee con mis brazos?

—Si lo dices así... —me muerdo la una del índice.

Cada vez me apetece menos estudiar por muy importante que sea.

No puedo decir nada más porque suena el timbre.

—Espera un segundo —digo poniéndome en pie—. Creo que esta llamando Mara al timbre.

Abro confiada porque solo los vecinos timbrarian directamente a la puerta ya que las visitas llaman al portal de abajo primero. Me llevo una gran sorpresa porque no es Mara.

—Te he traído tus gominolas favoritas para estudiar —dice Christopher con una gran sonrisa alzando la bolsa en su mano—. Esta vez estudiaremos de verdad.

Casi se me cae el móvil junto a la mandíbula que está en el suelo. Reacciono bajando el móvil y salto a su cuello dándole un fuerte abrazo. Verle siempre alegra mi día.

Lo hago pasar. Magdalena enseguida baja del sofá para llorar por atención.

—También te traje algo a ti —le dice metiendo la mano en la bolsa.

Saca una caja, la abre y le da una pequeña chuche de perro con forma de regaliz que huele a baicon. Magdalena se va tan contenta meneando el rabito hasta su cesta y ahí se queda mordisqueando la chuche.

Me llevo a Christopher al sofá.

—¿Como entraste? —pregunto curiosa.

—Me crucé justo con Mara que salía con Denis y me dejó entrar.

—Me encanta tenerte aquí —murmuro ñoña rodeando sus mejillas para darle un besito—. Pero vas a conseguir que suspenda.

Christopher se ríe. Me gusta cuando se ríe se le achinan más los ojitos castaños, se le marcan las arrugitas de los ojos y de las comisuras de los labios. Tiene los dientes perfecto y le brilla el piercing.

—¿Me trajiste mis chuches? —curioseo metiendo la cabeza en la bolsa para buscar, sabe cuales son mis chuches favoritas para estudiar.

El timbre suena de nuevo y nos miramos frunciendo el ceño.

Red LightsWhere stories live. Discover now