4. ¿Why?

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📍 Caracas, Venezuela | 13 de Agosto de 2001


Elena P.O.V.:

Le sonreí amablemente al chico que me dio una copa de champagne mientras yo veía a mis alrededores buscando la salida más próxima. No aguantaba ni un solo segundo más con este vestido y ni tampoco con esta gente.

Escuché los repiqueteos de mis tacones que bajaban y subían con ansiedad. No la encontraba, ¿dónde estaba la pelirroja con la cuál que había conversado unas cenas atrás y tenía una estrecha complicidad?

¿Fabiola? —la adolescente volteó, dejando a un lado a su hermano quien ayudaba con María con un cubo rubik que tenía en sus manos—¿Dónde está Artemisa?

No lo sé. La última vez que la vi, no estaba muy bien que digamos—tomé un respiro hondo y rogué por todos los santos que ese desquiciado no le había hecho algo.

La relación de ella con su familia, no era la más perfecta que digamos. A veces le envidiaba esa rebeldía que era más fuerte que la mía, y que ahora luego de la muerte de su hermano pequeño, se puso a alejarse de todos cuando había multitud. Pero le comprendía, ella no vivía en un paraíso como lo pintaba los Cáceres o los Moreau, era un juego de poder en que podías perder todo en una mala jugada.

Yo solo espero que esté bien—murmuró la pelinegra y asentí, dándole un sorbo a mi champagne.

Yo también deseaba aquello.

Desde mi llegada a Caracas, las cosas han sido un poco complicadas para mí y mis pensamientos. ¿Seguía pensando en aquel rubio? Claro como no; ¿se avecinaban problemas? Eso es lo que creen mis instintos, pero intento reprimirlo y ¿cuándo acabaría aquello? No lo sabía a ciencia cierta.

Pero en gran parte de mi corazón, había algo que no terminaba de encajar. ¿Por qué me dejaron venir de España, para acá? ¿Qué cosa hay, que me hicieron regresar?

¿Se apiadaron de mí? Puff, no creo. Mejor era yo quedarme en un pequeño hueco de esa provincia maravillosa, que regresar a estos lujos podridos que me dejaban con retortijones de estómago.

¡Ares!—lo llamé casi en un grito, volteó a verme, sonriendo un poco y se acercó, pero hubo un tenso segundo al ver quienes me acompañaban en la mesa.

Diego.

Ares—se vieron con algo que no supe descifrar, pero la situación tuvo que cortarse por María quien tomó el brazo de su hermano.

Basta. Vámonos, Diego. Igual tú, Renny.

María—murmuró Fabiola, aún viendo molesta a Ares quien mantenía su cabeza en alto, pero esos ojos apagados al igual que los de su melliza.

Queens Of Noise ||  Moreau's ©Where stories live. Discover now