Queens Of Noise || Moreau's ©

6. Freedom

*ADVERTENCIA: VIOLENCIA, MENCIÓN DE ELLA*

📍 Miami, Estados Unidos | 31 de Diciembre de 2004.

Elena P.O.V.:

No sabía de donde había llegado la multitud de gente, pero extrañamente mi esposo la dejaba pasar como si la conocía de toda su vida. Por cierto, ni siquiera sabía dónde estaba.

Para hacerles un resumen de todo el tiempo que he omitido:

1. Santiago y Evaluna se fueron a vivir juntos en Caracas. Aunque me dijeron que al finalizar sus carreras posiblemente se mudarían a Londres, ya que les encanta el país y aún más por el tema del idioma, por el cuál compartía muchas opiniones positivas de que debían ir. Hoy no venían, por temas de que ahorraban para su nueva residencia en Europa y no me quejaba por ello, es más, estaba demasiado feliz por ambos.

2. Sobre mis amigos, estaban en este mismo condado por suerte. De vez en cuando acudían, porque a Frederick no le gustaba mucho la compañía de Fernando y Juan Pablo (el segundo que era novio de Lola, otra de mi grupo de baile). Pero dejé pasar aquello, disfrutando de la compañía de los cuatro.

3. Mi casa o tal mansión de dos pisos era estrafalaria para mis gustos, pero por suerte Frederick me dejó escoger algunos detalles para que se viera más hogareño. Nuestra relación se ha puesto un poco más rara, pero no sabía qué hacer. Por una parte, le agarre el gusto a su "cariño" si podía llamarlo así al coito o como a veces se quedaba conmigo en vez de ir a trabajar o se ponía rara vez cariñoso. Pero al mismo tiempo no nos hablábamos, no había una química como mi sobrino y su novia que trabajan para ambos, sino cada quien para su lado.

Aunque el otro día me asusté un poco por su fría mirada, y como agarró la radio que había puesto en la cocina para escuchar un poco de música, la tomó y la reventó en el piso a unos pasos de mi a lo que solo me quedé en silencio al igual que él. Luego de ello, no volvió a pasar otra vez.

No puse más música en la casa, solo de vez en cuando en un par de reproductores portátiles con audífonos que se fueron perdiendo de poco como si alguien se los tomaba.

Las piezas que jugaban, ahora caían, y ya no me estaba gustando nada de esto. Tuve que guardar mis cosas personales que si cartas, fotos y otras cosas de bastante importancia con las señoras de la casa que eran bastante amables conmigo.

¿La carta de Hayden? Me trajo tantos revuelos en mi cabeza, que a veces me volvía masoquista en leerla cuando tenía insomnio en la terraza mientras bebía una copa de vino. Eran palabras de chico enamorado, que siempre hacían un efecto bonito en mí.

Me recordaba que había cosas buenas en alguna parte, aunque no lo creyera.

Ya prosiguiendo con la línea de tiempo, le dijes a las sirvientes (agh, como me sacaba la piedra esa palabra) que llevaran otro poco más de alcohol a la mesa de mi padre y mi hermano. Al igual que de forma escondida unas pirulins a las niñas, que se veían aburridas con sus galletas sin azúcar.