Capítulo 7.

644 54 36
                                    



El señor Edward, no bajará a cenar. — Dijo Alfred cuando llegó la hora de la cena, estaban por servir los alimentos a la mesa, Bruce esperaba tranquilo y al no encontrarse con el villano decidió preguntar.

No importa. — Respondió Bruce.



Había escuchado ruido del piso de arriba, de la habitación de Edward. Gritos, cosas rompiéndose, maldiciones de todo tipo, pronto hubo calma, pero aun así no dejó de ser preocupante. No fue un ataque de nadie más, Bruce simplemente lo catalogó como una crisis normal por parte de Nashton al saber el asunto de la pareja destinada. "Un hecho que tendría que soportar" pensaba Bruce para explicar el comportamiento del acertijo.

Por más que Edward quisiera someter su existencia Bruce jamás cedería su corazón, porque ahí y en sus pensamientos se encontraba aquella mujer valiente e intrépida, Selina era dueña de su corazón y eso nadie podría cambiarlo.

No era un hecho comprobado por ninguno, tampoco habían hablado sobre eso. Selina y él tenían química, brillo, chispa, que cuando estaban juntos los hacía reaccionar de formas increíbles, como solo una pareja de enamorados lo haría, una verdadera pareja de enamorados.

No le importaba que Edward no le dirigiera la palabra, tampoco que decidiera quedarse en la habitación. Si él permanecía dentro de la mansión le bastaba, su presencia era lo único que le importaba gracias al vinculo.

Luz salió por debajo de la puerta de la habitación de Edward durante toda la noche. Bruce le escuchó andar por los pasillos pero no le tomó importancia, se sentía demasiado somnoliento como para llamarle la atención o mirar lo que hacía. Al día siguiente el tan activo villano se había ido a dormir así que no convivió con Bruce a la hora del desayuno. Bruce al saber que Eddie se quedaría en casa decidió salir a investigar un poco sobre aquel caso de the harvest. Como Bruce Wayne tomó sus cosas y salió a recaudar un poco de información a la biblioteca de la ciudad, para preguntar sobre aquel autor del poema tan peculiar.

Sabían un par de cosas sobre él, no eran muchas pero ayudaron en cierta parte a Bruce. La bibliotecaria en turno no supo darle muchos detalles sobre lo que él quería saber pero para suerte del hombre una anciana que estaba por tomar su turno en la biblioteca pudo auxiliarlo respecto a eso. Contándole sobre un hombre que solía hacer visitas a la biblioteca de vez en cuando, un hombrecillo extraño que trabajaba en la oficina de servicios infantiles, que acudía a leer novelas de romance mientras escribía notas en un pequeño y viejo cuaderno, que de vez en cuando olvidaba hojas de papel en la mesa que había ocupado, estas con poemas escritos, poemas que no tenían mucho sentido cuando se leían.



Tenían palabras muy complicadas. Incluso habiendo leído muchas cosas, yo no podía comprender mucho. — Contaba la anciana a Bruce mientras ordenaba unos formularios para el servicio de "llevar libros a casa". — Pero, tenían varias rimas, además por el acomodo del texto, pensé que eran poemas.

— ¿Conserva algunos? — La mujer negó.

— Han pasado tantos años que muchos se han perdido y en otros la tinta se ha borrado.

— Hay un poema que circula por el internet. "Los cuatro mil nombres", ¿Lo ha leído?

No me suena. — La anciana se disculpó. — ¿Lo ha escrito él?

Si. Es importante.

Escribió muchas cosas. No sabría distinguir por los nombres.

La justicia es...¿omega? (RIDDLEBAT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora