ch. 001

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CHAPTER ONE

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CHAPTER ONE

118 d.C, King's Landing.















𝐄𝐈𝐑𝐄𝐄𝐍𝐄 observó el gran árbol que se podía ver con claridad desde lo más alto de su habitación por unos cuantos segundos antes de volver a bajar su mirada hacia donde sus hermanos estaban, Aegon y Aemond, ambos con sus espadas en alto mientras se sumían en un duelo. Escuchó el ruido de los metales chocar repetidas veces ocasionando un sonido que la llegó a incomodar, no podía entender por qué les permitían entrenar con tan filosas armas cuando podían herirse de gravedad.

Desde hacía unos años desarrolló cierta aberración hacia las espadas, de acuerdo a ella carecían de belleza y representaban todo lo opuesto a la presunta paz. Eran una clara personificación de la crueldad que el hombre podía hacer con ella, el daño y dolor que un metal afilado en el puño de una persona podía provocar (siempre más mal que bien) sin ningún remordimiento.

Cuando Aemond desarmó a Aegon en un simple pestañeo, ella no pudo evitar suspirar, su hermano no infringió ningún daño en él, había cortado su cinturón haciendo que se burle de como se caían sus pantalones mientras escuchaba al mayor quejarse por eso. Eireene se sintió aliviada de que hubieran acabado.

Ambos dragones alzaron su mirada hacia ella, la joven los miró fijamente, aquellos orbes púrpuras hicieron que ambos le sonrían y realicen una reverencia. Cuando Aegon se volvió a poner derecho, su pantalón cayó al suelo, los jardines se inundaron con la risa genuina de diversión de Eireene, causando una reacción inmediata en ambos, le trajo alegría a Aemond por su hazaña, más, vergüenza a Aegon, quién corrió sin mirar atrás sosteniendo su pantalón como podía.

Ella negó con su cabeza mientras observaba a Aemond, él sonrió un poco, antes de que ella haga una corta reverencia y se retire del balcón tras haber oír su puerta ser golpeada. De ella ingresó su madre acompañada por su hermana mayor, Helaena. La Reina Alicent se acercó hacia su hija menor, tomó su rostro entre sus manos y dejó un largo beso sobre su frente.

─Mi preciosa hija ─musitó, Eireene sonrió mientras sentía la calidez y el amor que ella brindaba─. ¿Cómo has amanecido, amor mío?

─Con el molesto sonido de espadas ─musitó, Helaena rió por lo bajo y la Reina sonrió levemente.

─Debo disculparme en nombre de tus hermanos ─musitó, dando vuelta a la joven princesa para pasar sus manos sobre su cabello─, solo deben cumplir con su deber.

─Entiendo que es un deber pero ─murmuró, bajando la mirada y luego al subirla, los ojos púrpuras de la joven se encontraron con los castaños de su madre a través del espejo─, no estamos en guerra. Nadie ha amenazado el Reino, no hay rebeliones. ¿No crees que entrenarlos para una guerra inexistente es declarar que habrá una?

dark paradise.    aemond targaryen.Where stories live. Discover now