dark paradise. aemond targaryen.

ch. 021

CHAPTER TWENTY-ONE

Lo escuchaba desde su solar, los gritos eufóricos de un pueblo que coronó un nuevo Rey; todos parecían disfrutar de una coronación que distaba mucho de traer algo bueno, Eireene no podía dejar de imaginar un sinfín de problemas que acabarían por azotar con fuerza contra los reinos con Aegon sentado sobre un trono, con poco conocimientos de gobierno y todo lo que conlleva, y con alguien como Otto como su Mano.

Eireene comprendía mejor que nadie las leyes que gobernaron a los westerosi por tantos años, sus ancestros adoptaron sus costumbres y tradiciones, por más injustas e imparaciales fueran, Aegon dejó acentuado que su primogénito varón asumiría al Trono y todo varón tendría mayor reclamo que una mujer. Le molestaba horriblemente aquello, la hacía preguntarse qué cosas diferentes podría haber hecho su padre para impedir este error, porque su madre y su abuelo supieron mover los hilos del modo adecuado. Esperaron pacientemente, y ahora ya no había vuelta atrás. Ella sabía que la herencia de Rhaenyra se basaba en un montón de Señores, que en su mayoría ya habían fallecido, que juraron ser leales al Rey, y por consiguiente a ella.

Su padre había muerto hacía menos de dos noches, Rhaenyra estaba en Dragonstone, muy lejos de todo lo que sucedía, y su hermano llevaba la corona del mismísimo Conquistador.

La guerra ahora mismo parecía inevitable, pero Eireene imaginaba que con algunos acuerdos de por medio, podrían llegar hacia algún fallo favorable para su media-hermana.

Cuando su cabeza comenzó a doler, soltó un suspiro de cansancio mientras cerraba el libro que optó por leer mientras se hallaba en la soledad de su solar, completamente agotada de estar dentro de su propia cabeza, con tantos pensamientos abrumadores y ruidosos, ni siquiera consiguió dormirse. No podía dejar de pensar. Su mente era un tablero en el que las piezas se iban moviendo e iban creando diferentes posibles escenarios. Estaba exhausta.

Unos golpes la hicieron suspirar con molestia, a sabiendas de que el momento de enfrentar a su hermano había llegado. Ordenó porque ingresen y se alzó levemente de su cama, viendo hacia el Caballero de armadura brillante.

─Princesa Eireene.

La voz de Criston Cole llegó a sus oídos, lucía impecable con su uniforme bien puesto y la expresión de orgullo que llevaba en el rostro, hacía que entienda que era uno de los tantos que deseaba a Aegon en el trono por encima de Rhaenyra.

─El Rey desea verla en la Sala del Trono.

"El Rey", sólo podía pensar en que esto era un mal sueño y cuando llegue a la sala del trono, su padre estaría allí sentado esperándola a gusto para dar comienzo con las auditorías. Había pensado en cuáles últimas palabras habría soltado antes de que sus ojos se cierren para siempre, se preguntó si habría encontrado algo de paz después del dolor que le provocó el trono y su misma familia. No aceptaría a Aegon nunca sobre ese Trono. Él no era nada, un minúsculo y pequeño hombre.