Capítulo 8: Silencios

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Una nube de humo espeso viciaba el aire del asiento trasero del elegante auto negro. Molesto, Pain dio otra bocanada. Su conductor estaba costumbrado a sus hábitos y sabía cuando no emitir palabra alguna. El joven odiaba aquel vicio, sabía que lentamente lo consumía, y sin embargo parecía otorgarle más placer que cualquier otra cosa.

Su día había sido tranquilo, el usual trabajo de oficina y reuniones seguido de una visita al rosedal de Piltóver, ultimando detalles para la gran fecha. Caitlyn se encargaría de los arreglos florales y cuestiones estéticas, mientras que él lidiaba con los proveedores y personal del lugar. Todo habría continuado monótono de no haber recibido aquella llamada de urgencia. Luego de que su prometida no regresara a dormir, lo cual había sucedido alguna que otra vez ya que a veces realizaba guardias nocturnas sin aviso previo, simplemente se había acostado. De hecho había continuado su día, hasta que el Hospital Central de Piltóver realizó una llamada a su asistente para comunicarle que su prometida había ingresado la noche anterior y pronto le darían el alta.

Y Pain se encontraba más que molesto. No entendía como no le habían comunicado aquello ni bien había sido trasladada al hospital. "Ineptos" pensó una vez más y cerró los ojos, aspirando más humo, mientras intentaba calmarse.

Abrió la puerta del coche y descendió. Arrojó el cigarro al suelo, pisándolo, y procedió a acomodarse el largo sobretodo negro de paño. Nuevamente intentó sacudir su molestia. Lo único que importaba era que Caitlyn estaba sana y salva y no había sido más que un susto.

Ingresó al concurrido hospital, y luego de que la recepcionista le indicara en qué piso se encontraba su novia, tomó el ascensor. Se encontraba totalmente distraído, sumido en pensamientos de negocios, cuando su cuerpo se chocó accidentalmente con una alborotada cabellera rosada. Sin tener que volver a mirar supo que era Vi, y la llamó. La pelirosa volteó, fingió una sonrisa, y se acercó a él.

— Pain — lo saludó secamente.

Él le sonrió y le extendió una mano, cubierta por un impecable guante de cuero negro. Extrañada, Vi la tomó y recibió un apretón.

— Gracias — dijo Pain sin más.

Ante la persistente mueca confundida de la mujer frente a él, Pain se explicó.

— Por traer a Caitlyn, por mantenerla a salvo.

Vi se encogió de hombros. Su ego la tentaba a regodearse de aquello, a hacer algún tipo de comentario para irritarlo, pero había sido una noche larga y estaba cansada.

— Es mi trabajo — respondió sin más.

Pain la examinó un poco con la mirada. Se encontraba despeinada, ojerosa, desprolija y sucia. "Definitivamente sucia" recalcó en su mente.

— ¿Pasaste la noche en el hospital? — preguntó yendo al grano.

La pregunta la tomó por sorpresa. Una vez más, su instinto natural la empujó a molestarlo. Quería decirle que sí, quería burlarse de él y quería afirmar haber pasado la noche con Caitlyn. "Pasé la noche con tu novia, imbécil" moría por decirle. Pero algo la detuvo. Pensó que, quizás, aquello le traería problemas a su compañera. Por un instante pensó en el momento que habían tenido minutos atrás. La imagen de Caitlyn mirándola con aquellos ojos celestes la hizo mentir.

— No — negó — tuve que quedarme en la comisaría toda la noche y vine a chequearla por la mañana.

Pain asintió lentamente, sin creer en sus palabras, y le sonrió una vez más. Luego, se dio media vuelta y encaró con paso tranquilo hacia la habitación donde su novia reposaba.

Solsticio de Invierno (Caitlyn x Vi)Where stories live. Discover now