Capitulo 12

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— Kösem. — Mahfiruze entró en la habitacion de favoritas, interrumpiendola.

— Oh, ¿es dia de visitas? — la pelirroja dijo en tono sarcástico. — Linda, si querías dormir en la misma habitación que yo, has llegado tarde, Mahpeyker ya se adelantó.

— Aun sigo sin ver lo que nuestro sultan vio en ti. — la mujer le sonrió altiva. — No eres mas que una esclava insignificante y rebelde.

— Oh querida, ¿no sabes acaso que eso es lo que mas llama la atención de los hombres? — le sonrió sarcástica. — Adoran sentirse los dueños del mundo, se saben dueños, sobre todo el sultán, ¿entonces no crees que necesita algo de rebeldía?

— No tienes modales, eres egocéntrica, irrespetuosa, ¿por que entonces su majestad te consiente todas tus faltas? — la miró molesta.

— Mahfiruze, deberías ya saberlo, por supuesto que no seré yo quien te lo explique. — se levantó, acercándose a ella. — No se necesitan precisamente modales para enloquecer a un hombre.

La pelirroja guiñó un ojo hacia ella, regresando a leer su libro, mientras la mirada iracunda de la mujer se posaba sobre ella.

— Mahpeyker tiene razón, eres una desvergonzada. — Mahfiruze tomó una tijera del buró.

— Oh no me sorprende que el club de tarántulas se reuna a hablar de mi, amo tener fanáticas. — susurró aun sin percatarse de las tijeras en las manos de la mujer.

— Veamos si el sultan aun te ama con la cara desfigurada. — fue entonces que la mujer se lanzó sobre ella, empuñando las tijeras.

— Quitate de encima piraña endemoniada. — la pelirroja trató de empujarla, sin tener éxito. — Si me dañas, el sultan va a matarte.

— No lo sabrá maldita vibora. — la mujer llevó la tijera hasta ella, haciendole pequeños cortes en el rostro y en el cuello.

— ¡Maldita loca! — le gritó Kösem, quitandosela al fin de encima, llevando su mano a su cuello, para después observar la sangre cubrirla. — ¡Gölge! ¡Gölge!

La pelirroja golpeó la puerta con fuerza, tratando de abrirla sin éxito alguno.

— ¡Señorita Dudu, ayuda! — gritó desesperada. — ¿Que diablos te pasa loca?

De pronto fue como si la comprensión llegará a los ojos de Mahfiruze, ella estaba perdida, se había dejado manipular por la serpiente de Mahpeyker y ahora ella pagaría las consecuencias.

— Oh Allah, ¿que he hecho? — susurró para si misma, viendo las mejillas arañadas de Kösem y la sangre en su cuello.

— ¡Largo de aquí maldita loca! — gritó Kösem molesta, observando a la mujer salir aun en shock, corriendo rápidamente a verse frente al espejo.

Tenia arañazos por toda la cara, junto al corte en su cuello, que si bien no era grave, parecía ser mucho mas aparatoso de lo que se veía, negó molesta, su piel era sensible, tardaría mucho en sanar.

Fue entonces cuando una idea vino a su mente, iba a deshacerse de una de las viboras, observó entonces su vestido, estaba roto y hecho tirones, mientras que su cabello estaba despeinado, dándole un aspecto aun peor.

— Me veo terrible. — susurró al mirarse al espejo. — Justo lo que necesito.

Gölge entonces entró poco tiempo después, observando el aspecto tan maltratado de la joven, mientras se acercaba a ella con preocupación.

Mihrişah no queriendo desaprovechar la oportunidad, comenzó a llorar.

— Me atacó Gölge, ella quería matarme, dijo que lo haría. — lloró aun mas fuerte, mientras la mujer se compadecía aun mas de ella, abrazándola.

— Oh por Allah, la ira del sultan caerá sobre nosotros. — Dudu también entró, lamentándose profundamente la situación. — Desea verla esta noche.

Palacio Topkapi, al anochecer.

— ¡Atención, Sultan Ahmed Khan! — gritó un guardia, haciendo estremecer al harén, mientras la mirada iracunda del sultan se posaba sobre todos, yendo directamente hasta la habitación de la pelirroja.

Poco a poco fue frenando sus pasos al ver un pequeño bulto frente a la chimenea.

— Mihrişah. — susurró en voz baja.

— No puede mirarme. — la joven respondió, sin voltear su rostro hacia el. — Lastimaron mi rostro su majestad, no quiero que me vea así.

— Mihrişah. — el se sentó junto a ella, retirando la manta de su cabeza, logrando ver su rostro al fin. — Tu rostro sigue igual de hermoso que siempre mi amado sol, no llores mas por ello.

El acarició sus mejillas, percatandose al fin del corte en su cuello, sintiendo su sangre hervir nuevamente, pero tranquilizandose a si mismo, no quería gritar y asustarla, ya había pasado por demasiadas cosas.

— ¿Quien te ha hecho esto mi amor? ¿Quien te lastimó de esa manera? — susurró, acariciando su rostro.

— Mahfiruze. — susurró en voz baja, tratando de controlar sus lágrimas. — Ella me atacó, Mahpeyker fue quien nos encerró en la habitación.

El rostro de Ahmed se tornó serio entonces, mientras besaba nuevamente la frente de Mihrişah.

— ¡Gölge, Gölge! — gritó, justo cuando la mujer entraba. — Trae aquí a Mahfiruze ahora.

La mujer solo asintió, yendo a cumplir la orden, mientras una discreta sonrisa aparecia en el rostro de la pelirroja, quien de inmediato la ocultó, regresando a su papel de víctima.

— Pagaran lo que te hicieron mi sol. — susurró Ahmed, mientras Mihrişah lo veía aun con los ojos llenos de lágrimas.

— ¿Mahpeyker también? — preguntó mirándolo a los ojos, mientras Ahmed se quedaba en blanco, no podía decirle que aun sentía algo por ella y que eso le impedía hacer algo en su contra. — Se que la ama, no lo pondré a elegir, no podría hacerlo, soy una simple esclava.

— Mihrişah, yo te elegiría a ti por encima de todos. — susurró el.

— ¿Por encima de ella también? — preguntó, mirándolo a los ojos, pero antes de que pudiera responder, los gritos de Mahfiruze se escucharon, mientras Gölge entraba con ella.

— Mi sultan por favor perdoneme, he cometido un error, he pecado y estoy arrepentida. — lloró, agachando la cabeza, mientras la mujer la obligaba a hincarse frente a el.

Ahmed entonces extendió la mano hacia Mihrişah, quien aun resentida por la antigua conversación, se negó a tomarla, levantándose sola.

— La decisión del futuro de Mahfiruze es tuya Mihrişah, puedes castigarla como desees, expulsala del palacio si es lo que quieres u ordena que la maten. — Ahmed la miró a los ojos, sintiendo aun la espina en su interior al verse rechazado en ese sutil gesto por la pelirroja.

Kösem se encontró a si misma en un gran dilema, pues podría deshacerse de esa mujer definitivamente si ordenaba matarla, pero sabia que para ese entonces ella ya estaba embarazada y ella no era tan cruel para ordenar su ejecución, ademas de que queria mantener su imagen de inocencia frente a Ahmed.

— No podría decidir sobre la vida de alguien jamas su majestad, no tengo ese derecho. — ella negó. — Yo la perdono mi sultan.




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Kösem Mihrişah Sultan ||•Sultan Ahmed•||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora