Capitulo 19

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Mihrişah escuchó unos toques en la puerta al amanecer siguiente, notando como Ahmed ya había salido de la cama y se encontraba trabajando.

— Buenos dias mi sol. — le sonrió.

— Buenos dias Ahmed. — correspondió su sonrisa. — Estan tocando.

— Si, pero no iba a permitir que nadie arruinara tu sueño. — la miró. —¡Adelante!

— Su majestad, la sultana Fahriye está aquí.

— Que entre. — ordenó.

— Reconsidere lo que hablamos mi sultan. — Mihrişah lo miró a los ojos. — Sea piadoso.

— Su majestad. — Fahriye entró, haciendo una pequeña reverencia, para después observar a la pelirroja. — Quisiera hablar con usted.

— Mi sultan, me gustaría ir un momento al jardin. — la pelirroja sonrió, mientras el asentía.

— Quiero que me perdone por lo que dije esa noche mi sultán, yo no era consciente de mis palabras, el amor me cegó, como una magia negra lo haría, yo caí en sus garras y crucé todos los limites, le ruego su perdón. — murmuró, agachando la mirada.

— No voy a cambiar mi decisión sultana.— negó Ahmed, manteniendo su postura, aun sabiendo que eso no era cierto.

— Por favor, quisiera que al menos lo volviera a pensar, pero no vine solo por eso. — negó. — También quise traerle unos dulces, espero que los acepte, son sus favoritos.

Una criada entró, cargando una bandeja, dejándola en la pequeña mesa en el centro, mientras Ahmed sonreía.

— Son de almendras, solías enviarme muchas de estas cuando era un niño. — sonrió.

— Ya no eres mas un niño, ahora eres mi sultan. — suspiró.

Ahmed tomó uno, comiéndolo de inmediato, mientras sonreía por el delicioso sabor y la añoranza del recuerdo.

— Sultan, el principe Mustafá está aquí. — avisó un guardia.

— Dejenlo entrar. — sonrió.

— Hermano. — el niño entró corriendo, yendo directamente a abrazarlo.

— Mira lo que tengo aquí Mustafá, son almendras. — sonrió, tomando uno de los dulces y dándoselo.

— Son deliciosos. — murmuró el pequeño príncipe, mientras la sultana palidecía, eso no era parte del plan.

— No comas mas Mustafá, las almendras te hacen daño. — soltó con preocupación.

— Sultana, pensaré en lo que usted me dijo y le tendré respuesta pronto. — la miró con una suave sonrisa, ya había tomado una decisión.









•~•~







— Guardias, diganle a Bulbul que traiga a la sultana Mihrişah. — ordenó Ahmed.

Suspiró, yendo hasta el balcón, había guardado algunos dulces para compartirlos con la pelirroja, quería que probara los dulces que le habían acompañado durante toda su infancia.

— Ahmed. — la joven se adentró en los aposentos, yendo hasta el balcón.

— Estoy aquí mi amor, como siempre, esperando por ti. — sonrió.

— Luces pálido, ¿has descansado? Tu rostro me hace creer que no. — soltó preocupada, acercándose a el con rapidez, envolviendo su rostro entre sus manos. — Has estado bajo mucha presión cariño mio, deberías descansar un poco.

— Estoy bien mi sol, mejor ahora que te veo de nuevo, saliste esta mañana de mis aposentos y no volviste. — la miró sonriendo. — ¿Que estuvo haciendo la dueña de mi corazón todo el dia?

— Oh, ya sabe, ahora que soy su esposa, Bulbul está dándome algunas lecciones, sobre como debo comportarme. — le guiñó un ojo. — Y estuve estudiando mucho, sobre la dinastía y sus conquistas y creo que es hora de ir a una campaña y elegí un lugar para empezar.

— Mi esposa es la mujer mas inteligente y hermosa del palacio. — sonrió, besándola.

— Vamos, le contaré todo, venga conmigo. — tomó su mano, llevándolo hasta la cama, mientras comenzaba a hablar. — Tiene que recuperar todo el territorio que el Gran Sultán Mehmed III conquistó y que se fue perdiendo con los años, el imperio debe volver a su época magnifica.

Ahmed sonrió, escuchando todo con detalle, hasta que de pronto comenzó a sentir una extraña opresión en el pecho y como sus sentidos se nublaban.

— ¿Ahmed? — Mihrişah preguntó con preocupación. — ¿Que te ocurre?

El trató de responder, pero pronto el aire también comenzó a faltarle, logrando que la pelirroja se desesperara aun mas.

— ¡Guardias, guardias! Llamen a un doctor ahora. — gritó, observando como Ahmed se desvanecía por completo, cayendo inconsciente sobre la cama. — ¡Ahmed! No, no te duermas, por favor, no.





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— ¿Como está el sultán Ahmed? ¿Que dicen los médicos? — preguntó Safiye.

— No tenga miedo sultana, su enfermedad no ha empeorado. — negó Handan, mirándola a los ojos, creyendo que tal vez ella era la culpable de todo.

— Deberías ir a tus aposentos y dormir un poco Handan, te ves exhausta. — suspiró, mirándola con soberbia.

— ¿Y dejar que usted termine de matar a mi hijo? — negó. — Ya se que ha comenzado a mover sus hilos sultana.

— Si te refieres a Halime, solo le dije que cuide a nuestro príncipe de esta terrible enfermedad.

— No importa lo que suceda con el, quemaré el palacio entero si algo le sucede a Ahmed. — Handan soltó con determinación, observando a la sultana marcharse ofendida.

— ¡No me interesa lo que tengan que hacer! — Mihrişah gritó furiosa. — No me interesa si hay que traer la medicina de cualquier parte del mundo, lo harán, es la vida del sultán la que está en riesgo, no permitiré, ni perdonaré ningun error.

— Sultana por favor, calmate. — Nurbanu la miró.

— Ordenaré que corten las cabezas de todos si algo le sucede a nuestro sultán. — amenazó. — Yo haré el mundo arder si mi sultan muere.

Handan la observó desde la distancia, si, era furia, ansiedad y molestia lo que mas reflejaba el rostro de la joven, pero fue entonces que notó algo oculto en sus ojos y era que decía la verdad, ella estaba dispuesta a quemar el mundo por Ahmed.

Mihrişah lo amaba, solo que aun no se había dado cuenta, aun no lo sabía, pero ella condenaría su vida por el, por su amor.




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⏰ Ultima actualizare: Feb 02, 2023 ⏰

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Kösem Mihrişah Sultan ||•Sultan Ahmed•||Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum