Capitulo 14

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Mihrişah se acercó lentamente a Ahmed, notando el desastre que ya había hecho, se veía realmente furioso, tanto que la joven pensó que quizá no era una buena idea acercarse, pues temía molestarlo más y acabar ella pagando los platos rotos de su molestia.

Suspiró un par de veces controlando sus nervios antes de llamar su atención, tragando saliva aun con un poco de miedo.

— Mi sultan. — susurró con voz dulce.

—  Mihrişah deseo estar solo ahora mismo. — el trató de calmarse, no quería asustarla.

La pelirroja estuvo tentada a obedecer su orden y marcharse, pues así se libraría de la ira del sultán y el podría retorcerse solo en su miseria, pero algo se lo impidió, haciendo que negara, acercándose lentamente a el, hasta deslizar sus manos por sus hombros, logrando que el volteara su mirada a ella.

— No voy a irme, se que está molesto y tiene razón para estarlo. — lo miró con dulzura, acariciando su rostro. — Pero no puede tomar enserio las palabras de la sultana Fahriye, ella solo estaba molesta porque será casada con un hombre al que no ama y verá morir al que si.

— Traicionó la confianza de todos aquí  Mihrişah, ella se veía a escondidas con un hombre, es una sultana, su mayor deber es portar con orgullo su titulo y no mancharlo con actos indecentes. — el soltó aun molesto, sentándose sobre la cama, mientras la pelirroja asentía, sentándose en el suelo, frente a el.

— Se que no debo opinar, porque no me corresponde Ahmed. — levantó su rostro, mirándolo a los ojos. — Pero el amor no es un acto indecente, amar a alguien es algo de lo que deberíamos enorgullecernos, no hay mancha de pecado o indecencia en el y las personas enamoradas, regularmente no piensan mucho en el orgullo, sino en su deseo de estar juntos y compartir siquiera un momento, una mirada, una sonrisa o unas cartas.

— Se veían a escondidas mi sol, como si de amantes se tratase. — el negó molesto. — Pudo decírmelo, pudo venir a mi y pedirme casarse con el, pero decidió ocultarlo y manchar la pureza de su amor con ello, ahora deben atenerse a las consecuencias.

— Usted conoce la historia mejor que yo su majestad, ¿pero no la sultana Hasret y el sultán Mehmed se conocieron de esa manera? — le dió una suave sonrisa. — ¿No se veían a escondidas acaso? ¿No fue de esa maner que su historia de amor inició?

— ¿Que tratas de decirme Mihrişah? — la miró fijamente.

— Que no puede ser tan duro con dos personas enamoradas su majestad, no puede castigarlos por sentir amor mutuo entre ellos. — lo miró a los ojos. — Suficiente castigo tendrán sabiéndose lejos el uno del otro, será suficiente la tortura para Mehmed Giray de saber a la mujer que ama con otro.

— Entiendo lo que dices Mihrişah, realmente lo comprendo, pero no puedo cambiar mi decisión, no puedo perdonar así como así esa osadía. — el la tomó de la mano, obligándola a levantarse para después sentarla sobre sus piernas, mientras acariciaba su rostro. — Nuestro antiguo sultán Mehmed tenía una frase, una que he escuchado durante toda mi vida y es que grande debe ser tu bondad con los hombres leales, pero tambien grande debe ser tu compasión con los traidores, todo esto para evitar llegar a la crueldad, es por eso mismo que no puedo cambiar mi decisión, porque es más compasivo dejarlo morir, que obligarlo a vivir una vida sin la mujer que ama.

— ¿Y entonces donde deja la compasión para la sultana Fahriye? — lo miró con una tenue sonrisa. — Obligarla a vivir con la culpa de haber sido la causante de la muerte de su gran amor no es lo correcto y se que usted lo sabe, pero en este momento lo que quiere es imponer su voluntad y de cierto modo dejar en claro que eres tu quien tiene la última palabra, dígame, usted que tanto admira a nuestro difunto sultán Mehmed, ¿el tomaría una decisión como esta?

— Mihrişah no deseo seguir hablando de esto, es una decisión tomada. — la miró fijamente. 

— Será como usted lo ordene majestad. — la pelirroja asintió, dándole una pequeña sonrisa. 

— Hice algo para ti mi amado sol. — Ahmed sonrió, mostrándole un collar con forma de tulipán. — Los tulipanes son únicamente usados por miembros de la dinastía y tu, tu eres la sultana de mi corazón.

La pelirroja sonrió hacia él, mirándolo con dulzura, mientras el colocaba el collar en su cuello.

— Es hermoso. — sonrió.

— No tan hermoso como lo eres tu mi amada Mihrişah. — Ahmed besó su frente, haciéndola nuevamente sonreír.


Fecha: 10 de noviembre de 1618


La consciencia de Ahmed lo estaba molestando desde que su amada Mihrişah había salido de los aposentos esa mañana, pues esa joven mujer le había removido los pensamientos con sus palabras, haciéndolo sentir confundido, sin saber si realmente estaba aplicando el castigo correcto o no, pues aunque se negara a admitirlo, ella tenía razón.

— ¡Atención, el sultán Ahmed Khan! — gritó un guardia, anunciando su presencia, mientras el observaba directamente a Mehmed Giray, para después sentarse sobre el diván y asentir a los guardias, quienes comenzaron con la ejecución.

 — ¡Sultan, sultan! Mi sultán, le pido me escuche. — Zahin Giray apareció en el lugar gritando, mientras intentaba acercarse a Ahmed. — El día que traje al príncipe Mustafá me lo prometió, dijo que podría pedirle lo que quisiera, no dejará de cumplir su promesa ¿cierto?

— Que venga. — Ahmed ordenó, haciendo que los guardias soltaran al hombre y que este se acercara, hincándose frente a el y besando su dobladillo un par de veces.

— Sultan, mi hermano cometió una falta muy grave y sin duda su castigo debería ser la muerte, pero el es lo único que tengo, no hay nadie mas, solo el y yo. — el volvió a arrodillarse. — Le ruego su perdón, por favor perdone la vida de mi hermano, cumpliendo su promesa de darme lo que pida, ese es mi único deseo su majestad.

— Un sultán debe ser fiel a su palabra y debe cumplir con su promesa, eso lo define como un buen hombre. — Ahmed se levantó del diván. — ¡Le otorgo mi perdón! Pero esta clase de traición no quedará impune, Mehmed Giray volverá a Crimea y dormirá en los calabozos hasta que muera desahuciado.



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Kösem Mihrişah Sultan ||•Sultan Ahmed•||Where stories live. Discover now