10.- Quiebre

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Antonella.

Pese a que aun no me creo capaz, no tuve más opción que volver al trabajo. El tío Ángelo ya ha sido lo suficientemente paciente conmigo como para seguir aprovechando su gentileza. Sé que tengo responsabilidades, sé que debo hacerme cargo de nuevo de las cosas que me corresponden y no puedo ignorarlas por más tiempo.

Por mucho que me cueste aceptarlo, tengo que continuar. Tengo que seguir, no puedo quedarme estancada en un mismo sitio mientras todos a mi alrededor continúan con su vida.

Incluyéndolo.

Así que aquí estoy, dirigiendo de nuevo la junta directiva de los casinos, con mi tío observando desde su asiento. Me he obligado a fingir que sigo siendo esa mujer implacable, no puedo darles la oportunidad a los socios de ver que el fracaso de mi boda, me afectó más de lo que ellos consideran "correcto".

Parece que mi actuación fue buena, porque cuando acabo, el gesto complacido de los accionistas no tarda mucho en dejarse ver.

—Excelente, Antonella —dice Romero, uno de los accionistas mayoritario —no queda duda de que has heredado el don de liderazgo de tu tío y abuelo.

Sonrío de manera genuina cuando dice aquello.

—Gracias, lo aprecio.

—No debes de agradecer, nos da mucho gusto ver que te has recuperado, y estás de vuelta.

Oh, en realidad estoy muy lejos de estar "recuperada" pero supongo que siempre se puede engañar a la gente.

Una sonrisa educada es todo lo que les ofrezco, me despido del resto de los socios y cuando salgo de la sala de juntas, siento que puedo respirar.

—Estuviste excelente, cada día que pasa solo me confirma la buena decisión que tomé al dejarte como la futura líder —me obligo a sonreír hacia mi tío, pero me conoce tan bien que se da cuenta del gesto falso enseguida.

—No sé como estoy haciendo esto —confieso mientras caminamos hacia su oficina —no puedo creer que estoy fingiendo que absolutamente nada ha pasado.

—Nadie te está pidiendo que finjas —me lanza una sonrisa —solo que continúes, puedes hacerlo de maña gana si lo prefieres, pero ese no es la intención, lo sabes, ¿no?

Apenas asiento.

—Sé que esto probablemente ya lo sabes de memoria, pero sé paciente, desastre —continúa —las heridas que provocan las personas a las que amamos, tardan tiempo en sanar, hay algunas veces nunca sanan por completo, pero tenemos que aprender a vivir con ellas.

Abre la puerta de su oficina para mí, ingreso sintiéndome reconfortada. He estado aquí muchísimas veces, no es una simple oficina, es el sitio en donde el tío Ángelo me ha enseñado todo lo que sé sobre los casinos. Donde ha pasado horas instruyéndome, aconsejándome. Siendo un maestro.

—No sé si alguna vez la herida se vaya del todo —murmuro —siento que ya no puedo confiar en nadie más, como si ahora...todos fuesen capaz de mentirme con facilidad porque no me daría cuenta.

—El hecho de que Leo haya mentido, no quiere decir que todos lo harán.

Tomamos asiento, se coloca cómodamente en su habitual silla y yo me acomodo justo frente a él.

—Sé que ahora sientes como si fuese el fin del mundo, pero créeme cuando digo que hay vida después de un corazón roto.

—Aunque tarda demasiado en parecer una vida.

Hace el ademán de darme una respuesta, pero un par de toques contra la puerta lo interrumpen. Uno de los guardias ingresa así que detenemos nuestra conversación para escuchar lo que tiene por decir.

De una boda y otros desastres. (SL #3)Where stories live. Discover now