EPÍLOGO

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Antonella.

Nunca creí que pudiera volver a sentirme de este modo, tan nerviosa y con el sentimiento de que puedo colapsar en cualquier segundo.

Mantengo la mirada en el espejo, admirando cada detalle de mi reflejo que me devuelve la mirada y parece como si fuésemos dos personas distintas, en vez de una.

Tomo una inhalación cuando mis ojos recorren cada detalle del precioso vestido que ha sido confeccionado exactamente con mis gustos y preferencias. El corsé está cubierto de bordado en forma de flores, cada una tiene pequeños diamantes incrustados en el centro, lo que da un aspecto brillante cuando el reflejo de la luz pega en ellos.

Los tirantes son delgados, casi transparentes por lo que parece que el corsé se sostiene solo. El escote en "V" profundo da un aspecto sexi pero sin perder el toque elegante.

La falda tiene un fondo de seda, no es voluminosa, sin embargo, la tela de organza que lo recubre da más volumen, la tela está impregnada con brillos que relucen con cada uno de mis movimientos, y las ondas de la tela me hacen sentir ligera, casi como si fuese capaz de flotar.

Un par de toques en la puerta me traen de vuelta a la realidad, volteo en dirección a la puerta, esta se abre y sonrío al notar a mi tío Ángelo ingresar.

—Desastre —murmura —estás bellísima.

Ya me ha visto con el vestido, todos mis tíos fueron conmigo cuando elegí el vestido, al igual que mis tías y la hermana de James. Fuimos un gran equipo en realidad, lo que se refleja en la perfecta elección del vestido que porto hoy.

Hace un clima caluroso, estamos a mitad del verano y hace exactamente un año y seis meses que James me dio el anillo, y hoy, casi dieciocho meses después, al fin es nuestra boda.

—Luces como toda una reina —asegura con una sonrisa emocionada —Dios, creo que puedo llorar otra vez.

Me rio un poco, mi tío lloró cuando me vio salir del probador con el vestido, creí que luego de haberme visto en un vestido de novia no le causaría la misma emoción, pero me equivoqué, parece que incluso lo está mucho más ahora.

—Creí que no habría sentimentalismo —lo molesto, pero no dejo de sonreír.

—Mi niña está por casarse, ¿crees que podré no estar sentimental? —se acerca y sus brazos me rodean. Es cuidadoso para no tirar el velo que porto, es relativamente corto, apenas roza un poco por debajo de la cola del vestido.

—No podría pedirte que no lo estés —admito —después de todo, hoy es el gran día.

—Bueno, creo que no eres la única nerviosa hoy —me dedica un guiño y creo que puedo colapsar.

He intentado no pensar demasiado en este día, he intentado controlar a la sombra de los miedos pasados que ha luchado por aparecer, pero supongo que un paso tan importante siempre traerá consigo temores que creíamos inexistentes.

—Ay Dios —ambos volteamos cuando otra voz se escucha —estás tan magnifica, mi niña.

Doy una vuelta sobre mi eje, luciendo el vestido a mi tía Daphne.

—Creí que ya te veías preciosa en la prueba del vestido, pero te has superado, luces como toda una reina.

—Justo eso le he dicho —me rio cuando mi tío interviene.

—Gracias —sonrío un poco más —por todo.

Ambos me miran, el tío Ángelo toma la mano de su esposa, ninguno deja de mirarme y la forma orgullosa en la que ambos me observan me estruja el corazón.

De una boda y otros desastres. (SL #3)Where stories live. Discover now