11.- Una difícil elección

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James.

Todo Salió mal, tan mal.

Lo único bueno en todo el desastre, fue que conseguimos la imagen para el artículo y eso solo fue posible gracias a la habilidad de Donna para salvar su cámara.

Pero justo ahora, en este momento, me siento tan malditamente culpable al ver a Antonella llorar.

—Fui tan estúpida —solloza —tan pero tan estúpida.

—No eres estúpida —tomo sus manos apartándolas de su rostro —¿me escuchas? No lo eres.

—Le creí todo, Massimo —cierra los ojos y su rostro se descompone con dolor —le creí cuando decía que me amaba, que quería pasar el resto de su vida conmigo. Creí cada cosa que salió de su boca, y ahora me doy cuenta de que tal vez, nada de lo que vivimos fue real.

Extiendo la mano y la coloco justo sobre la suya, ella me mira, eleva la mirada hasta encontrarse con mis ojos.

—Le creíste porque confiabas en él, porque estuvieron juntos, ¿Cuánto? ¿cinco años?

Antonella sonríe con tristeza.

—Fueron nueve en realidad —susurra —tardó cinco años en proponerme matrimonio, y cuando lo hizo, tardamos tres más en decidirnos por una fecha. Y cuando al fin lo hicimos, cuando al creí que ya nada podía salir mal, me dejó.

Joder, ¿Cómo pasas nueve años a lado de una mujer y luego simplemente decides dejarla plantada en el día de tu boda? ¿Qué clase de hijo de perra hace algo como eso?

—No puedo decir que lo entiendo —afianzo el agarre en su mano —porque no lo hago en lo absoluto, no puedo entender lo mucho que te duele. Pero sé algo, Anto, sé que vas a salir de esto y probablemente ahora no lo creas, pero eres una mujer exitosa, dirigirás todo un imperio, eres brillante e increíble, quien no pueda ver eso, simplemente no te merece.

Sus ojos se humedecen emitiendo un claro sentimiento.

—Eres increíble, Antonella Lombardi, no dejes que ningún idiota te haga creer lo contrario —extiendo la mano para poder acariciar su rostro, ella cierra los ojos por un par de segundos y en ese corto tiempo, me permito admirarla.

Me permito admirar lo bella que luce, aún cuando tiene los parpados enrojecidos y las mejillas húmedas, luce tan bonita.

—Gracias, Massimo —susurra lentamente.

Cuando abre los ojos, me pierdo aún más en ella. Luce cansada, a pesar de que las comisuras de sus labios están levemente inclinadas hacia arriba.

—No se agradece cuando se ayuda a los amigos —establezco sonriendo.

Su sonrisa se vuelve un poco más sincera.

—Debería irme —su voz brota cansada, son casi las dos de la mañana, el tiempo parece haberse consumido con rapidez, con tanta que parece que acabamos de llegar a la casa.

Antonella no quiso volver a casa inmediatamente, tampoco irse con Chiara. No sé muy bien lo que estaba pensando cuando le dije que podía venir conmigo, pero ella aceptó. Y ahora, por extraño que parezca, no quiero que se vaya.

—¿Quieres que llame a tu chofer? ¿O te llevo a casa?

—No quiero molestar a los guardias —dice en un suspiro —y es tarde para pedir que me lleves, pediré un taxi y...

—No dejaré que te vayas en un taxi —interrumpo —te llevaré a casa, no tengo problema. Así me aseguro de que llegues completamente a salvo.

Permanece en silencio por unos momentos, como si tratara de considerar que eso es una buena idea.

De una boda y otros desastres. (SL #3)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu