De una boda y otros desastres. (SL #3)

20.- Dos corazones, un desastre.

ANTONELLA.

Es increíble la manera en la que puedes acostumbrarte a alguien, como puedes acoplar toda tu vida a la presencia de alguien más y sentirte terriblemente mal cuando no está cerca.

Han pasado un par de días, y lo estoy echando de menos tanto como no creí. Han sido días complicados, la revista vendió el artículo con rapidez, según lo que decían, los ejemplares se agotaron en casi todos los sitios en los que fueron distribuidos.

Todas las personas disfrutaban de saber "la verdadera" razón por la cual la boda no había sido celebrada.

Y enfrentar todo esto...se siente como una lenta tortura. Una que no deja de prolongarse, una de la cual no tengo la idea de cómo acabará.

Sin embargo, aunque me duele, aunque siento mi corazón más destrozado de lo que alguna vez pude considerar...no he dejado que los demás lo vean.

—¿Me ignorarás por el resto de tu vida? —resoplo cuando la voz de Bella se escucha —Anto...

—No tengo tiempo para esto —respondo con frialdad.

—Claro que tienes tiempo —espeta —solamente no quieres dármelo.

—¿Crees que mereces que te de mi tiempo? —inquiero —¿crees lo mereces después de lo que hiciste?

—¡Ya te expliqué! —exclama con desesperación —yo solo quería ayudar, solo quería saber porque Leo te había lastimado de esa manera si decía quererte tanto. Estaba harta de ver cómo sufrías y él no tenía ni una sola consecuencia. Pude haber hablado, pude haber dicho que James estaba fingiendo, pero...pero creí que podría encontrar las respuestas sin lastimarte.

Me mira con culpa. Bella y yo nunca peleamos, al menos, no de una manera tan seria. Mi tío había intentado de todo para apaciguar la bomba que se había creado entre nosotras, pero no pudo hacer mucho al respecto.

—Eres mi hermana, no se supone que las hermanas hagan algo como eso —espeto.

—Sí, te mentí. Pero gracias a James fue que Leo se atrevió a decirte la verdad —sus palabras me congelan —fue gracias a ese hombre que Leo vino a darte la cara y decir todo lo que calló por largo tiempo.

—No pretendas que sea agradecida.

Sacude la cabeza, una mirada triste es lanzada en mi dirección y toma una inhalación antes de volver a hablar.

—No me perdones nunca si eso quieres —dice con un temblor en la voz —pero estaba harta de verte sufrir. Solo quería ayudarte.

—¿Pretendes que le dé las gracias, o a ti? —inquiero —él pudo haberme dicho lo que ocurría. Pero no lo hizo, me mintió cada maldito segundo que estuvo a mi lado y tú lo ayudaste con eso, Bella. Ayudaste a un hombre desconocido a meterse en nuestra casa y obtener tanta información como quiso.

—No. Porque el me prometió que no te involucraría. Que solo destruiría el nombre de Leo. Y le creo, Anto. Yo le creo cuando dice que no fue él quien escribió esa historia.

Mi pecho se contrae con furia, yo también quería creerle, yo también quería convencerme de que James tuvo un motivo lo suficientemente válido como para hacer lo que hizo.

Pero lo cierto es que no existía ninguno, ¿que buscaba? ¿Una historia para vender? ¿Cómo me ayudaría eso?

—Bien por ti —artículo —pero yo no puedo creerle.

Me doy la vuelta, completamente dispuesta a marcharme de la habitación.

—Él te quiere —mis pasos vuelven a detenerse cuando habla. —Anto, él en serio te quiere.