27.- Volver a ser

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JAMES

Lucas me lanza una mirada casi incrédula mientras mira el anillo dentro de la pequeña caja.

—No es cierto —asiento.

La incredulidad se esfuma de su rostro para ser sustituida por una sonrisa entusiasta.

—¡Hombre! Necesitamos salir de nuevo, Regina va a estar encantada con la noticia.

Me rio un poco.

—La llevaré a almorzar con mi madre, quiero que ella y mi hermana la conozcan, quiero que Anto conozca a mi familia. —Lucas arquea la ceja.

—Supongo que la señora Cavalli estará tan emocionada —dice entre risas —has pasado años sin llevarle a una chica.

—Ya sabes, su "no traigas a nadie a casa hasta que sea la definitiva" —ruedo los ojos, pero no aparto la sonrisa de mis labios.

—Y le llevarás a nada más y nada menos que a Antonella Lombardi. Amigo, sacaste el premio mayor. ¿Eh?

—Deja de hablar de ella como si fuese un producto —reprendo.

Lucas eleva las manos, sin embargo, no deja de mirarme de esa forma que me irrita tanto.

—No debería haberte dicho nada.

Él se ríe, sacude la cabeza y extiende el brazo para conseguir palmear mi hombro.

—Soy tu mejor amigo, claramente tienes que contarme cuando planeas hacer formal tu relación con una chica. Aunque con esa joya, todos pensarán que le propondrás matrimonio —responde —va a decirte que sí, claramente.

No retengo mi sonrisa. Había pasado días pensando en lo mismo, en que no quería pasar ni un solo instante más sin definir las cosas con Antonella. Y no quería solo hacerlo con palabras, quería darle algo duradero, algo que no la hiciera cuestionar mis intenciones.

La quiero, la quiero tanto y no planeo alejarme de ella así que, ¿por qué no hacerlo formal?

No tengo idea de cómo es que Anto lo tomará, pero una parte de mi quería mantenerse positivo y seguro, sobre que no implicaría un problema. Guardo la joya en mi bolsillo, antes de volver la atención a Lucas.

—Tengo que irme, debo recoger a Antonella a las doce —Lucas eleva la mano para llamar la atención del mesero. Me tomo el último trago de café y sacó la billetera.

—Yo invito —me detiene —con la condición de que me mantengas al tanto de absolutamente todo.

—Claramente. Cometí el error de contarte, ahora no me dejarás en paz —ambos reímos. —Gracias por el café, nos vemos.

Lucas me hace un ademán de despedida y me incorporo para salir de la cafetería, son las once y media, así que tengo el tiempo suficiente para llegar por Anto.

Cuando estoy en el auto, recibo un par de mensajes de mi hermana, preguntando si asistiremos al almuerzo, tan pronto como parece darse cuenta que los he leído y no hay una respuesta inmediata, la pantalla de mi celular con una llamada.

—Eres una desesperada —es lo primero que digo al responder —ya dije que, si iremos, ¿por qué sigues insistiendo?

—Lo siento, pero no quiero dar oportunidad de que huyas sin haberme dado la oportunidad de conocer a mi nueva cuñada.

—Aún no es nada formal —la molesto.

—Pero lo será, por algo la invitaste a almorzar con mamá, ¿cierto?

De una boda y otros desastres. (SL #3)Where stories live. Discover now