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Paso el tiempo hasta que llego el día esperado, el día que nacería la bebita de las chicas...

Ese condenado día, Momo tenía un mareo rarísimo y no quiso moverse de la cama, además el vientre de Nayeon le acariciaba la espalda. Poco después se levantó mientras la castaña aún dormía.

Se duchó y desayuno, leyó el diario, nada importante y luego un grito ahogado desde la habitación hizo que diera un pequeño saltito, corrió al cuarto y vio a Nayeon sentada en la cama tomándose el vientre con ambas manos y un espasmo de dolor cruzó su rostro mientras reprimía un grito, Momo corrió a su lado, como médico sabía que significaba aquello.

Con mucha calma y dándole un beso a la mujer en su frente la ayudó a levantarse, como un rayo hizo una llamada a su padre pidiendo que avisara a todos que Nayeon estaba en trabajo de parto, luego regresó al lado de su novia que respiraba adolorida y con los ojos cerrados, tomó las cosas que necesitaría en el Hospital y con fuerza ayudó a su mujer a bajar las escaleras antes de que el dolor no la dejara moverse.

Antes de entrar en su auto, Im dio un grito ahogado de terror y clavó las uñas en el brazo de la pelinegra, un líquido caliente corrió por sus piernas y un nuevo grito de dolor se apoderó de los oídos de Hirai.

― Has roto la fuente amor mío ― dijo Momo tratando de calmarla, tomando con cuidado a Nayeon de las piernas pero con firmeza para ayudarla a subir al auto ― Tranquila amor, aún no es hora, respira, respira...

― ¡Dios! ― chilló Nayeon aterrada, sentía que la mitad del cuerpo le ardía en llamas y que su columna se partía a la mitad ― ¡DIOS! ¡HAAAAAAAA!

― Vamos amor ― susurró Momo con ternura arrancando en cuanto aseguró el cinturón de seguridad a la mujer de su vida.

En el trayecto la pelinegra como pudo sin perder el control, tenía que tener en cuenta las respiraciones de Nayeon, así como su presión, al llegar al hospital ya las esperaban con una silla de ruedas, los padres de ambas estaban preparados, Momo bajó del auto y ayudó a Nayeon a sentarse en medio de un cuadro de espasmos y de contracciones, la pelinegra sabía que no estaba nada bien, las contracciones eran demasiado seguidas.

― La presión lo está apresurando, sin permitir que el canal esté lo suficientemente dilatado ― dijo Momo a su padre.

― ¡MOMO! ¡NO ME DEJES! ― chilló Nayeon aterrada al ver que los médicos la conducían al cuarto de maternidad.

― Aquí estoy...

― ¡Nadie me toca! ― chilló la castaña sudando ― ¡La única que verá mi parto eres tú Hirai Momo!! ― se quejó Im sin soltar a Momo, la pelinegra miró al jefe de los médicos.

― Soy médico, ella será mi esposa, será más fácil...

― Esta bien ― dijo el hombre mientras las enfermeras acomodaban a Nayeon en la camilla ― Prepárese... ― Momo corrió a lavarse, mientras sus padres se alistaban a grabar todo, como un rayo limpió sus brazos y se puso una bata que le facilitó una enfermera, en segundos, los medios de comunicación así como una asociación de científicos esperaban ansiosos en la entrada, Momo los ignoró y corrió a la sala de partos, en donde Nayeon pedía a gritos que la dejaran, que solo su novia la tocaría.

― Tranquila mi amor, ya vine...

― ¡MOMO! ¡NI TE A TREVAS A DEJARME! ¡QUE ESTOY PARIENDO A TU HIJA CONDENADA!!! ― gritó la castaña envuelta en una nueva ola de dolor y con perlitas de sudor por toda la cara.

― Nayeon, relájate ― pidió Momo calmada aunque su corazón latía con tal fuerza que le dolían las costillas, su bebita estaba en camino, el mundo le parecía irreal, las enfermeras las canalizaron a ambas con unos guantes, la pelinegra palpo suavemente a Im, despacio se inclinó sobre sus piernas abiertas y miró su cavidad vaginal, algo la sorprendió mucho ― Nabong, eres, eres, virg... ― Un grito de Nayeon la interrumpió y pidió un represor de las contracciones.

¡Eres su madre! (NaMo Version)Место, где живут истории. Откройте их для себя