Sábado 22 de Septiembre de 2001, Manchester

10 1 2
                                    

Poco después de llegar a Manchester, Carlos quiere llevar a los chicos a comprar, a salir del apartamento, a ver la ciudad. No obstante, ninguno está por la labor. Hay muchas heridas que curar.


—Buenos días, cielo —canturreó Carlos cuando su hija respondió al teléfono.

—Buenos días, pa —respondió ella, divertida—. ¿Echándome de menos?

—Oh, con locura. No estaba preparado para irme a este viaje. —Aspiró con fuerza por la nariz y se secó una lágrima ficticia, aunque Lluvia no pudiera verlo.

Riendo, la chica respondió:

—Nosotros también te echamos de menos, pero... ¡el trabajo es el trabajo! Eres empático. Eso es demasiado popular en este oficio.

—Qué me vas a contar. Bueno, ¿cómo va todo? ¿Mamá está con Océano? ¿Te puedo secuestrar?

—Puedes, estoy libre para mi papi. ¿Qué necesitas? No puedo hacer crecer plantas con la mente, que lo sepas —bromeó Lluvia, y esta vez fue el turno de Carlos de echarse a reír.

—Bueno, tendré que tirar del plan B, entonces. No. Lo cierto es que quería llevar a los chicos... Sabes que tengo un par de protegidos, ¿verdad? ... al centro comercial, pero se han negado. Son muy sosos. Al final he ido solo, y comprar solo es muy aburrido. Y no te quiero engañar, Lluvia: la verdad es que necesito de tu talento con la moda. Quiero comprarles ropa y algún regalo.

—Has acudido al sitio adecuado, hay que comprar lo que los jóvenes necesitamos. A ver, ¿quiénes son los aburridos que no quieren pasar una tarde con mi papi de compras? Apórtame la información que puedas.

—Oooh, con que quieres sacarme información, ¿eh, pequeña? Eres una chica muy lista, sí señor. Pues bien, son dos chicos. Uno es pequeñito, como de tres o cuatro años. Es muy mono, y muy callado. Y lleva una camiseta con unicornios, aunque está un poco hecha polvo.

—¿Qué habilidad tiene?

—Cotilla. —El hombre rio de nuevo, y después suspiró—. Lo más seguro es que sea tecnópata. Es muy rara, pero las señales concuerdan. El Rastreador indica que no afecta a la electricidad como energía, sino a las funciones electrónicas. Si es que eso tiene algún sentido. ¿Qué voy a saber? Me sacas de la empatía y soy un bebé.

—Qué va, sabes más de lo que piensas. Y... ¿cuál es su nombre?

—Luka. El mayor se llama Kaiden. Tiene tu edad, más o menos. Es alto y fuerte, un buen partido para cualquier padre que se precie. Compraré los anillos, ya que estoy.

—¿Estás intentando que me fije en un chico de mi edad para que deje a Toni? —bromeó su hija, riendo, que tenía un enamoramiento por el sanador desde que era una niña—. Puede funcionar, continúa.

—Oooohhh, ¿de verdad? Bueno, es muy serio y muy educadito. Y muy guapo, si te van los chicos con aire de highlander. Es discreto y ayuda en la casa.

El humor fue muriendo en su voz mientras pensaba en el muchacho, esquivo y distante, procurando no estorbar pero con las orejas siempre abiertas. El mismo chico que apenas dormía.

—Hace tareas, cuida mucho del pequeño —continuó—. Está muy cansado, y, aunque no lo admita, también tiene miedo.

—¿Quién no lo tendría en su situación? —musitó Lluvia—. Solos contra el mundo, eso es lo que él debe pensar. Tienes que ganarte su confianza, los adolescentes somos difíciles, papá.

Eso le arrancó una sonrisa. Suspirando, se apoyó en una pared, viendo a la gente pasar entre las tiendas del centro comercial.

—Cariño, sabes que los Templarios les van detrás, ¿verdad? —preguntó—. Mamá te lo contó.

—Sí, son malas personas y de mente cerrada. ¿Por qué tanto ahínco? No hacemos daño a nadie. Ellos sí.

—Bueno, parece que este caso es un poquito más personal, aparte de su... mente cerrada. Lluvia, quiero contarte algo. No creo que sea importante, y te prometo que no es peligroso, pero algunas personas pueden tener ciertos prejuicios, asustarse un poco.

—¿Qué ocurre?

—Estos chicos, Luka y Kaiden. Son... descendientes de templarios. El mayor, sobre todo, ha crecido en ese... adoctrinamiento.

—¿Y es dotado? No puede haber crecido tranquilo en ese ambiente si es...

—No, no. Él no. Cuando se descubrió el poder del pequeño, bueno. La familia... Voy a ser franco. Por lo visto, intentaron matar a Luka, y Kaiden se lo llevó. Lo ha estado protegiendo desde entonces. Desde marzo. Imagínate.

—Entonces... ¿Ha dado la espalda a todo lo que conoce por el cariño a su hermano?

—Eso es. No tiene nada que ver con los Templarios, aunque lo... educaran. Es un buen chico.

—Es un pobre desgraciado, que no es lo mismo. Ha vivido en una secta, y ahora no conoce nada más. Se va a asfixiar con toda esta situación, debe sentirse muy solo y desamparado.

Conmovido, Carlos se llevó la mano al pecho.

—Eres mi pequeño tesoro, Lluvia —dijo, encantado—. No sé de dónde sacaste el poder de las plantitas, si eres más empática que muchos empáticos.

—Que sepas que para sintonizar con las plantas hay que tener mucha empatía y delicadeza —replicó ella en un intento por bromear, quitar hierro al asunto—. Pero realmente... siento lástima por ellos. El pequeño con los años no recordará nada, pero el mayor... Kaiden, ¿verdad? No olvidará lo que ha ocurrido. Los niños se adaptan muy fácil, pero...

—Sí. Temo que nunca lo supere.

Lluvia de Marzo: El Otro LadoWhere stories live. Discover now