Sábado 29 de Septiembre de 2001, Aranda de Duero

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Lejos de Gran Bretaña, mientras los chicos son trasladados a Londres, Silvia asiste a una reunión de capital importancia. ¿El tema? Luka y Kaiden.


Se encendieron las quince pantallas a la vez, y Silvia apretó las manos sobre la mesa. La sala de conferencias era muy grande, y estaba muy vacía: solo ella, el gerente de la residencia de Aranda, y un informático con los dedos sobre el teclado.

Las conferencias con la Asamblea se grababan en video y en audio, pero también se transcribían. Toda la parafernalia le provocaba dolor de estómago, pero no dejaba de ser algo necesario. La seguridad era una prioridad.

Las pantallas pasaron del blanco estático a la imagen de los líderes de Santuario. Algunos eran personas normales que uno no miraría dos veces por la calle; no obstante, otros llamaban poderosamente la atención.

Silvia había nacido y crecido en la institución, y llevaba seis años gestionando a agentes como Carlos Aldana para rastrear, encontrar y traer personas y criaturas con poderes. Los dotados y los críptidos no le eran desconocidos. Pero por todos los antiguos dioses que el corazón se le encogió al mirar de cara al dragón.

—Honorables Guías —saludó con respeto—, gracias por vuestro tiempo.

—Lamentamos no haber podido encontrarnos antes —respondió Chikelu, una mujer nigeriana con el poder de la ilusión—, pero a veces resulta difícil coincidir todos.

El guiño de Chikelu iba dirigido a Nantai, varón amerindio ciego con un raro don que podía maximizar sus otros sentidos más allá de todo lo imaginable. El hombre no veía la imagen, pero sonrió como si lo hiciera. Vivía en las profundidades boscosas de Virginia Occidental como custodio y gerente de una de las reservas de críptidos más grandes de Estados Unidos. No era fácil de localizar.

—Sabemos que este es un tema de extrema delicadeza. —Mere, la portavoz del pueblo mürduh, tomó la palabra—. Por favor, cuéntanos los detalles.

A aquellas alturas, todos los guías sabían ya por qué necesitaba aquella conferencia: sabían que había un niño templario bajo su cuidado. Todos habían tenido tiempo de sobras de hacerse una idea al respecto, pero preferían escuchar el resto.

Silvia les habló de Kaiden: de la traición, los meses de huida cuidando de su hermano. Hizo hincapié en la naturaleza de Luka, un dotado excepcional, y en el gran respeto que Kaiden había mostrado por él y también por su actual guardián, Carlos Aldana.

—Estamos gestionando el modo más seguro de sacarlos del país —terminó— y darles una ubicación más permanente. Hoy han llegado a la residencia de Londres, donde la señorita Clements ya los ha recibido y mostrado sus habitaciones.

Cuando calló, se hizo un grave silencio en la sala. Todos los trîah habían escuchado con atención, y ahora digerían los detalles más específicos de un tema que les resultaba tremendamente preocupante.

Silvia lo entendía. Kaiden, chico o no, con todos los sacrificios que había hecho, no dejaba de ser un templario. Y los Templarios existían para destruir todo lo que Santuario significaba.

—Confío... —dijo Elek con lentitud, el único humano natural de la Asamblea—... en que mantienes un registro concreto de los lugares que ha visitado y las personas con las que se ha relacionado.

—Por supuesto, Honorable —asintió Silvia.

—Bien. En el peor escenario posible, podremos evitar grandes males si disponemos de toda la información.

Elek tenía una cualidad, nada que ver con poderes sobrenaturales, para planear los peores escenarios. Eso lo convertía en una herramienta muy útil en la supervivencia de toda la institución, pero a veces resultaba... espeluznante.

En la pantalla de Nemus, el dragón silvano, su intérprete alzó la mano, con la mirada desenfocada, y luego parpadeó y miró a la cámara.

—¿Cómo es el muchacho? —inquirió con voz neutra, expresando los pensamientos del dragón.

—Bueno —respondió Silvia apresuradamente—. Muy bueno. Tuve mis reservas al principio, pero he tenido ocasión de hablar con él, y puedo decir que no quiere hacerle daño a nadie. Carlos comparte mi opinión; es empático y no detecta ninguna malicia en el chico.

Hubo un momento de silencio. Luego fue otra intérprete la que alzó la mano, pidiendo turno y unos segundos de pausa. Escuchó los pensamientos de su trîah, el Honorable Guía más antiguo de la Asamblea... y del propio Santuario: el fénix Tibaste.

—Como ya sabéis, yo estaba aquí antes de la creación de esta institución —pronunció la mujer—. Recuerdo el tiempo en que solo existían los Templarios, aunque respondían a otro nombre en aquel entonces. La orden nos perseguía con mucha más fiereza que ahora. Por ello, creo que debo recordaros que fueron miembros de aquella orden los primeros en dar un paso al frente por nuestra protección y nuestra libertad. Fueron ellos, Templarios a todos los efectos, los que alzaron sus armas por nosotros, y no contra nosotros. Conviene no olvidar jamás que, sea cual sea la sangre que le corre por las venas a este muchacho, le ha dado la espalda a todo por su hermano.

Hubo murmullos y asentimientos. Silvia se relajó un poco. Si Tibaste estaba de parte de Kaiden, habría muy pocas voces en su contra.

—Necesitamos tiempo y un examen más a fondo —dijo Elek entonces—. Testimonios de quienes convivan con él, así como informes rigurosos del empático y de otros especialistas que lo examinen. No podemos tomarnos esto a la ligera.

—Y no lo haremos —respondió Rodrigo, el vampiro—. Debemos poner a disposición de sus guardianes todas las medidas de seguridad pertinentes. No obstante, creo que también debemos recordar que es un muchacho que lo ha dejado todo por uno de los nuestros, y merece sentirse a salvo tanto como lo necesita cualquier chico.

El primero en gruñir como asentimiento fue Sahak, el licántropo armenio y el más reciente miembro de la Asamblea. Había sido Rodrigo el que había luchado por la presencia de un hombre lobo... como había tenido que luchar antes por su propia inclusión.

Ni siquiera los Honorables Guías estaban libres de prejuicios, pero lo hacían lo mejor que podían.

Lluvia de Marzo: El Otro LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora