Jueves 25 de Octubre de 2001, Bruselas

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No, definitivamente, la familia no es perfecta. Kaiden lo ha intentado: ha intentado encajar, no molestar a nadie. No parece hacer nada bien. Y entonces sucede el incidente de las escaleras. Un empujón y vuelve a estar abajo, y se lo llevan al hospital... sin Luka.


Todavía podía verlo, como si lo hubiera grabado. La expresión de sorpresa y de dolor. El modo en que se intentó agarrar a la barandilla. Le golpeó el pie antes siquiera de pensarlo, solo porque quería verlo de rodillas. De rodillas y sufriendo.

«Oh, Dios, ¿qué he hecho?».

Entonces perdió el agarre y rodó escaleras abajo. Oyó los golpes. Pum, pum, pum. Llegó abajo y quedó contra la pared. Su cabeza rebotó. PUM. Michael se agarró el estómago, sintiendo náuseas. De pronto ya no parecía un templario capaz de matar a sus hermanitos, a sus madres. Era un chico, solo un chico. Era mayor, pero no más fuerte, y lo había tirado por las escaleras.

El chillido de Luka atravesó sus oídos como cuchillas. Se los tapó, pero daba igual: el niño gritaba en un idioma desconocido para Michael, pero, aunque no entendía las palabras, entendía el dolor, la ira, la desesperación.

—¡Chan eil! ¡Fàg mi! ¡Bràthair! ¡Bràthair! ¡Kaiiii! ¡Dame a Kai! ¡Fàg mi!

Pero Kaiden estaba de camino al hospital. Casi no podía moverse cuando lo subieron a la camilla, y se había ido rogando que lo dejaran llevarse a su hermano. Quería mucho a ese niño. Lo cuidaba y lo protegía.

Eso era lo que Michael quería hacer: proteger a sus hermanos pequeños. Tenía dos, no solo uno, y tenía que cuidarlos muy bien. No podía dejar que un templario se acercara a ellos. Les haría daño.

Por un instante vio las paredes manchadas de sangre de sus padres, el cuerpo de su hermana, que había luchado con ahínco para darle tiempo. Pero el niño se había quedado paralizado.

—¿Michael?

Aspiró con fuerza y alzó la vista. Sonja estaba en la puerta, cogiendo a Curtis de la mano.

—Tengo miedo... —musitó la niña.

—No —respondió Michael—. ¿Por qué? No pasa nada. Todo está bien, Sonja. Ven.

La niña se acercó. Buscó su compañía, pero no su abrazo. Sabía que Michael podía ser peligroso; él también lo sabía, y eso era lo más doloroso. ¿Podría abrazar a sus hermanitos alguna vez sin miedo a aplastarles los huesos?

Sin otra cosa que hacer, hundió la cara en sus manos, y trató de no escuchar los nuevos gritos de Luka mientras llamaba a Kaiden.

Lluvia de Marzo: El Otro LadoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin