Miércoles 24 de Octubre de 2001, Bruselas

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Ha pasado un mes desde que los agentes de Santuario dieron con Luka y Kaiden. No solo han dejado atrás su Escocia natal, sino también Inglaterra. El viaje es hasta Bruselas, donde un matrimonio con tres hijos los ha acogido. Por primera vez, están solos en este país desconocido, sin saber a qué atenerse... y esta familia no es tan perfecta como habían creído.


Recibió la notificación mientras volvía a hacer la cama de Michael, que solía limitarse a estirar la colcha. Éléna se sacó el teléfono del bolsillo y vio el aviso de Invisibilia, la aplicación que conectaba prácticamente todos los miembros de Santuario por todo el mundo.

El mensaje era de Carlos Aldana. La mujer sintió un pinchazo en el pecho y tragó saliva antes de abrirlo.

[14:21] Carlos: He llegado bien a España :)

[14:21] Carlos: ¿Cómo están yendo las cosas?

Lo cierto es que tuvo la tentación de ignorarlo. Sabía que aquel hombre había desarrollado un fuerte aprecio por los chicos, y en parte lo entendía. Éléna estaba totalmente enamorada del pequeño. ¿Cómo no estarlo? Era dulce, tímido, y tenía la sonrisa de un ángel.

Pero el mayor...

Lo recordó en el jardín, con Curtis, enseñándole a pelear, nada menos. Artes templarias. Se estremeció. El mayor no era solo un chico huérfano que necesitaba una familia.

No estaba siendo justa. Como lo sabía, sacudió la cabeza y respondió.

[14:24] Éléna: Buenos días, Carlos

[14:24] Éléna: Todo va muy bien por aquí

[14:25] Éléna: Los chicos están en su habitación

[14:25] Carlos: ¿Se están adaptando?

[14:25] Carlos: Sé que Kaiden puede ser un poco difícil

[14:28] Éléna: ¿Sabes que entrena a su hermano en artes templarias?

[14:29] Carlos: ¡Caray! Yo no diría tanto

[14:29] Carlos: Pero Kaiden se siente bien con el ejercicio, y a Luka le gusta hacer lo mismo que él

[14:30] Carlos: Es algo muy inocente

[14:30] Carlos: No ha pasado nada raro, ¿verdad?

[14:32] Éléna: No, nada demasiado extraño

[14:35] Carlos: ¿Estás segura? ¿Va todo bien?

[14:37] Éléna: ¡Por supuesto!

[14:37] Éléna: Imagino que querrás hablar con ellos

[14:38] Carlos: Si es posible

[14:39] Éléna: Voy a avisarlos y preparar el ordenador

La mujer guardó el teléfono de nuevo, sintiendo esa incomodidad, esa inseguridad mientras terminaba la cama de Michael y volvía al dormitorio para encender el computador. No, realmente no había sido nada raro, no en un sentido estricto. Solo estaban haciendo ejercicio. Entrenando. Dos niños de cuatro años aprendiendo a dar puñetazos y patadas.

Solo que no le gustaba.

Respiró hondo, compuso una sonrisa y llamó a la puerta de los chicos.

—Charles quiere hablar con vosotros —les dijo.


Mientras tanto, Charles, encendiendo su propio ordenador, lanzó un suspiro.

—¿Sabes, Lluvia? —comentó—. Tengo un mal presentimiento. Debí suponer que esto no sería fácil.

—No lo será. —La chica se apoyó en el hombro de su padre—. Adoptar a un chico de mi edad, y con ese pasado detrás, no sé qué decirte, pa. No todos son empáticos. Es como tener el monstruo del armario en tu propia casa. Y luego está él, que... en fin, por la situación que me contaste... parece distanciado del mundo.

—Distanciado del mundo. Es una forma de decirlo. —El hombre sonrió y le echó el brazo por la espalda—. ¿Lista para animarle un poco el día a ese «monstruo del armario»?

—Necesita a alguien con quien conectar, y yo estoy encantada de hacerme su amiga. —Lluvia sonrió ampliamente.

Lluvia de Marzo: El Otro LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora