Capítulo 1.

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Reencuentro.

Aitara.

—Familia, llegó lo más hermoso de esta casa —hablo llamando la atención. Me termino de adentrar al jardín caminando al comedor donde desayunamos cada mañana.

Mi mamá deja de lado la tostada y abre sus brazos para mí, me envuelve dejándome inhalar su perfume. Mi papá, por otro lado, me da un beso en la frente.

Como de costumbre ignoro a mi hermano y él hace lo mismo, solo se concentra en su celular.

—Debiste bajar hace dos horas, idiota —me reprocha sin siquiera mirarme.

—Tienes carro, si quieres irte, pues vete —paso de él tomando de mi malteada—. Pensé que te irías antes, así pasabas por la intensa de tu novia.

—No la llames así, no es intensa.

—Quien inventó la frase de que el amor es ciego, no se equivocó. —Ruedo los ojos.

Tiene la relación más intensa y poco sana del mundo. Pero está tan ciego que jura y perjura que no es así. Yo por eso mejor prefiero estar sola, que estrés uno andar pendiente a otra gente todo el día. Apenas estoy pendiente de mí y eso con mucho esfuerzo.

Deja el tenedor de lado mirándome mal. Tenemos los mismos ojos, tan intensos y demandantes como azules, así que es como si fuese una batalla con mi versión masculina.

—¿Ya terminaron su incómoda batalla de miradas para que desayunemos en paz? —indaga mi padre un poco molesto, odia que discutamos.

—Sí, por favor —lo apoya mamá—. Tú atiende a tu plato y deja a tu hermano en paz.

Me señala con el dedo juzgador y solo me encojo de hombros, si quiere vivir ciego, allá él. Bien dicen que ojos que no ven, corazón que no siente.

—Solo le digo la verdad que ni siquiera sus "amigos" le dicen, no lo digo con mala intención, pero así es mi personalidad y él ya está acostumbrado —hablo para todos en la mesa—. Una relación de cuatro meses donde ya se terminaron ocho veces no es muy sana que se diga.

—Miren, mi vida amorosa no debería ser nuestro tema de las mañanas, ¿sí? —dice, hastiado—. Hablemos de ustedes, ¿cuándo es el próximo recital, papá?

—El domingo. Podrías invitar a Elizabeth, Eros y Rose —habla conmigo y luego mira a Zaid—. Y tú a tu novia.

—Obvio que lo haré —termino mi malteada—. Mis tíos de seguro las dejan y con Eros no hay lío, si se trata de mí, él siempre puede.

Miro la hora en mi celular. Estamos tarde, como siempre. Me levanto de la mesa tomando mi bolsa. Acomodo la chaqueta de cuero blanca para que cubra mi abdomen y el pequeño crop top negro.

—Anda antes, yo tengo una hora libre. —Avisa mi hermano metiéndose una uva en la boca.

Me acerco a mamá dejando que me envuelva en sus brazos y mi papá me da un beso en la mejilla antes de marcharme. Tomo mis llaves de la mesa y voy directo a mi Corvette.

El camino a mi universidad es un poco alejado, termino perdiendo la primera hora. En la rotación para cambiar de salón, mi prima de corazón me juzga con la mirada.

—Aitara Maxwell Blake, ¿qué día llegarás temprano a algún lugar? —me da corto beso en la mejilla y se aparta acomodando su cabello castaño claro.

—¿Qué culpa tengo yo de vivir donde el diablo dijo sus últimas palabras? —Me cruzo de brazos caminando a su lado—. ¿Dónde está Ellie?

—Tiene la mañana completa con marketing. —Me recuerda.

Mío.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant