Capítulo 28.

4K 336 154
                                    


Lebewohl.

Matteo.

2 días después.

—Estarán recibiendo el cargamento con Dominio mañana a primera hora. Espero sepan usarlo y disfrutarlo. —Habla con cierto carisma y seducción con nuestros socios a través del holograma.

Prefiero que hable ella, no tengo ni la paciencia ni el don de las palabras, y ella sí. Carajo me da tanto éxtasis verla así, ejerciendo su puesto como dama. Quisiera atraerla a mí, besarla y hacerla mía. Pero debo respetar nuestro tratado.

Maldita Ileana hija de perra.

La furia me recorre cada parte del cuerpo y prefiero ponerme de pie y salir de allí, la mirada de ella cae sobre mí y la pierdo al cerrar la puerta.

Mi cuerpo duele y mis dientes los siento chocar entre sí.

Carajo, yo puedo con esto. Solo unas horas más para los dos días, no lo arruines.

Enciendo el cigarrillo y me apresuro a mi habitación, el humo y el olor a nicotina y solo disminuyen mi necesidad en grados muy mínimos, necesito la maldita heroína, la necesito para existir.

—Solo te faltan tres horas para los malditos dos días sin consumir, tu puedes, esto es mental. —Me repito. El cigarrillo se acaba alterándome más y aumentando el dolor en mi cuerpo—. Mierda. Mierda. Mierda.

Siento mi cabeza dar vueltas y tras eso mi puño se estrella contra el espejo volviéndolo trizas.

Lo necesito.

No es así.

Lo quiero, lo anhelo, solo una pequeña dosis.

Voy al baño y abro el cajón. Saco la maldita heroína y preparo la jeringa llenándola de ella. Coloco la punta en mi brazo y debo luchar conmigo mismo, no quiero esta mierda, pero mi cuerpo sí.

—No, no, no. —Me repito.

Voy introduciendo la jeringa poco a poco.

—No es nada, solo será una pequeña dosis...

—Una pequeña dosis es lo que te tiene así.

La voz de Aitara inunda el baño y me saca de mis pensamientos. Ubica su mano sobre la mía y me aparta la jeringa.

—No quiero más esto. —Admito, sin ser capaz de levantar la cabeza.

—Entonces rehabilítate.

—No puedo en medio de una guerra.

—Entonces hazlo cuando todo esto termine.

Limpia el sudor de mi frente con sus manos y acuna mi cara pegando su frente a la mía. El simple hecho de tenerla cerca me distrae, pero eso no merma mi sed.

—¿Y mientras tanto qué?

—Mientras tanto puedes sustituirla con drogas más suaves o con cigarrillo.

—No es tan fácil.

—Pero ayudará.

Inhalo el olor de su perfume sintiendo como ese aroma suave logra calmarme, darme la paz que necesita mi cuerpo por pocos segundos. Y entonces decido apartarme de golpe antes de tentar mi control y joder los pocos escombros que aún mantiene nuestra amistad.

Abro la llave del lavabo y empapo mi rostro y nuca de agua. Al girar ella ya no se encuentra en el baño. Tomo una toalla secando los restos del agua y al salir a la habitación la encuentro en el balcón.

Mío.Where stories live. Discover now