Capítulo 14.

5.2K 362 109
                                    


Faccina.

Aitara.

Cinco días han pasado desde mi discusión con Eros. Cinco días desde que el grupo se ha dividido, Charlotte y Zaid están peleados y cada uno anda por su lado. Rose tan poco está muy cercana a nosotros, pasa más tiempo con Zaid, y Ellie y yo somos las únicas que quedamos más unidas.

Subo al coche y los antonegras, a los cuales aún no me acostumbro, me siguen de vuelta a casa.

Ethan sigue enviando cartas y amenazas, cada una más certera que la anterior, pero al menos no nos ha tomado fotos, no sé qué hizo Matteo, pero nadie nos ha tomado fotos en todos estos días.

Al llegar a casa está completamente vacía, mis padres están trabajando y Zaid debe andar en alguna carrera clandestina de motocicletas.

Bajo la soledad de mi hogar subo a mi habitación y aunque sean las tres de la tarde me coloco el pijama.

En momentos como este es cuando más extraño a Pluto, es un labrador retriever que tuvimos hace años, estuvo con nosotros desde antes de nacer.

Tristemente murió por vejez cuando teníamos doce.

Preparo todo para ver una película en mi habitación y bajo a la cocina por palomitas y soda.

Meto las palomitas al microondas y cuando estoy por tomar un trago de la lata de soda alguien sostiene mis muñecas y luego me cubre la boca haciéndome pegar un grito que se acalla entre sus manos. La lata de soda cae al piso salpicando todo.

Me sostiene con fuerza cubriendo mi nariz y boca y en vez de luchar a lo estúpido me calmo y cuando está más confiado le pego un codazo en las costillas que lo hace quejarse, giro sin ver quien es encestando un derechazo en su cara y tras eso le pego con la rodilla entre las pelotas.

—¡Maldito hijo de puta! —Le grito—. ¡¿Cómo se te ocurre hacerme esto, Matteo?! ¡Estuve a punto de un ataque de nervios!

—Aja —masculla sin quitarse la mano de la entrepierna y lame su labio interior intentando apartar el dolor—. Carajo, pobre de tu secuestrador.

—¡Debería de pegarte otro a ver si dejas de ser tan idiota! —Recupera la compostura enderezándose y viéndome a los ojos con una rara emoción que no logro descifrar—. ¡Debería de darte una cachetada para que dejes tus jugarret...!

Calla mis gritos pegando sus labios a los míos y cuando vengo a reaccionar ya estoy correspondiendo como si mi cuerpo lo hiciera en automático antes que mi mente.

Sus manos enroscan mi cintura y las mías empuñan la tela de la gabardina. Su lengua se abre paso entre mis labios y quiero continuar este ardiente beso, pero el estúpido microondas suena avisando que ya termino y obligándonos a apartarnos.

Me aparto sin saber qué hacer, como de costumbre y solo voy al microondas sacando las palomitas.

—Deberán entrar al menos dos escoltas a la casa, nunca se dan cuenta de lo que sucede adentro —observa el panorama—, al menos que estén en el jardín.

—Eso deberás hablarlo con mi papá —abro las palomitas echándolas en un envase y tomo un puñado comiéndolo—. Estaba por ver una película, ¿quieres venir?

—¿Qué veremos? ¿50 sombras de Grey?

Lo miro mal mientras me agacho a recoger la lata de soda que se rego en todas partes y limpio el desastre.

—En esta casa solo se ve Marvel.

Rueda los ojos y vuelvo a mirarlo mal.

—¿Qué?

Mío.Where stories live. Discover now