Capítulo 30.

3.3K 295 90
                                    


Pregame.

Aitara.

No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero llegue de noche y el amanecer ya se hace visible a través de la ventana pequeñita de este lugar. Es tan pequeña como una caja de zapatos. Esta celda está hecha para que nadie pueda escapar de aquí.

Más de diez hombres custodian está sola celda. No sé si es que creen que soy Tony Montana, el chapo Guzmán, Pablo Escobar, Griselda Blanco o sabrá Dios quien.

Este vestido empieza a parecerme demasiado ajustado, hace calor y me duele la boca por el golpe que me dio Domenico. Dejo de sangrar poco después, pero me duele el pómulo derecho, podría jurar que tengo algún moretón.

Los hombres se apartan obligándome a ponerme de pie al entender que alguien se acerca.

Oh, señor, quítamela de enfrente o le arrancaré los ojos.

Somos dos.

Entra con su porte petulante y su típica actitud de princesa del infierno, mirando a todos por encima del hombro creyendo que nos hace sentir inferior.

—¿Cómo es que no terminaste con Matteo? ¿Tan poco te valoras?

—¿Cuál es tu obsesión con él? Joder, eres el polvo más intenso que he conocido.

Levanta la mano y no alcanzo a ser lo suficientemente rápida para detener su palma que impacta contra mi pómulo derecho. El dolor me toma en toda esa parte del rostro. La molestia me sube a la cabeza, pero antes que todo soy inteligente y sé que de golpearla estos cerdos me mataran a golpes.

Esa fue su intención al venir aquí.

Así que sonrío y lamo el hilo de sangre de volvió a brotar de mi boca y empapaba mis labios.

—¿Qué sucede, princesa rumana? —Pregunto acercándome a ella, es mucho más alta que yo, pero no por eso es superior a mí—. ¿Es que los integrantes de esta casa no saben aceptar sus verdades?

—¿Y tú no sabes tener dignidad? Estas con un hombre que se acostó con otra estando contigo.

—¿Y tú no sabes cómo conquistar a un hombre para que se acueste contigo por amor o por deseo sexual y no porque te aprovechaste de que estaba drogado hasta ya no poder más?

Quiere volver a golpearme el rostro, pero ahora si alcanzo a detenerla sujetando su muñeca.

—Vuelves a ponerme un dedo encima y no me importa que me maten ahora, te daré tantos golpes que quedaras irreconocible.

Libero su muñeca y apenas lo hago, con su otra mano me da un puñetazo en la mandíbula. Hija de perra.

Meto mi pie entre los suyo y los deslizo enviándola al piso. Estrello mi puño contra su rostro una y otra vez, ella logra girarnos y me deja debajo de ella dando golpes a mi cara que por la euforia del momento casi no siento, pero me sacan quejidos.

La tomo del cuello, aun debajo de ella y me sigue golpeando aun ahogándose, así que ejerzo aún más fuerza con intención de matarla. Se debilita y logro que volvamos a girar. La tengo debajo de mí y doy golpes a su rostro.

Uno detrás de ella descargando todo el odio que le tengo. Entonces vuelvo a su cuello tratando de asfixiarla, pero los tipos me toman lanzándome al piso.

Ileana se levanta con rapidez y empieza a dar patadas en mi abdomen que aumentan el dolor que surge en mi vientre bajo. El aire me falta y empiezo a escupir la sangre. Pisa sobre los puntos que mantienen cicatrizándose la herida en mi hombro que aún no está del todo cerrada, provocándome un dolor en todo el hombro.

Mío.Onde histórias criam vida. Descubra agora