Capítulo 19.

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Explosión.

Tres días después.

Aitara.

El humo me arde en los ojos y el ardor traspasa la tela del pañuelo haciéndome arder la nariz. Aun con ojos cristalizados muevo la metralleta y la sostengo soltando disparos a todo lo que se mueva.

El polvo de la arena me hace resbalar, ruedo en él y me levanto como si nada hubiese sucedido. Siento el golpe impactar contra mis costillas que me dobla enviándome de rodillas al piso.

La metralleta cae al piso y alguien la patea desarmándome, veo a personas rodeándome, solo veo las botas negras que remueven el polvo. Opto por tomar el gas lacrimógeno de mi chaleco y lo empleo haciéndolos alejarse al instante.

Me levanto y corro por mi arma. La tomo disparando a diestra y siniestra sin detenerme. Sin ver a quién. Sin inmutarme. Solo me detengo cuando todo el campo oscuro y solo alumbrado por luz de luna es opacado por las luces rojas que hacen cesar el humo cegador.

Me detengo y respiro apenas notando que mis ojos arden tanto que lagrimas salen de ellos y casi no puedo abrirlos. Mi pecho sube y baja agitado y en busca de aire.

Me quito el pañuelo al fin pudiendo respirar aire puro y dejo el arma en el piso. Toso e intento recuperar el aire. Matteo y Sabina corren a mi lado y mi novio me empapa la cara de agua helada, respiro profundo mientras me empapa de agua y lucho por no estrujar mis ojos.

—¿Lo hice? ¿Gane? ¿Los asesiné?

Indago, aun con mis ojos cerrados por el ardor.

—Lo hiciste. Cada holograma fue destruido y alejado.

—¿Holograma? —Abro los ojos—. Entonces, ¿quién carajos me golpeo en las costillas?

Sabina sonríe con pena.

—Yo. Lo siento, eso era trabajo de Matteo, pero se rehusó y me tocó hacerlo a mí.

—Para la próxima que sea un poquito más suave. —Intento estrujarme los ojos y apenas me pego las manos, el italiano me lo impide.

—Solo lo vas a empeorar.

—Arde. Horriblemente.

El reloj digital de Sabina se enciende y Matteo se alerta.

—Los clanes nos esperan, están todos aquí.

—Adelántate madre, ya vamos.

Luego de discutir sobre la importancia de la puntualidad Sabina acaba por retirarse y entonces Matteo toma un semblante más serio.

—El coma inducido termina hoy, madre no puede extenderlo más por más que yo le rugue, él despertara hoy.

—¿Eso qué quiere decir?

—Que probablemente hoy se destara una guerra y deba matarlo, o él me mate a mí. Debemos convencer a los clanes de que deben estar conmigo. Pero la lealtad es lo primero aquí, y su lealtad es con él.

—Su lealtad es con los Beckett y tú eres uno.

—Lo sé, pero...

—Matteo, debes ser indispensable para ellos, y para eso Domenico debe perder toda posibilidad de recrear Dominio. Debes ser más importante que él, ante sus ojos tú eres el creador de Dominio, solo debes demostrarles lo que es capaz de hacer esa droga. Que deban hacer lo que tú quieras porque te necesitan, no al revés.

—¿Cómo?

—Úsala con alguien frente a ellos. Demuéstrales hoy en vivo y en directo que su lealtad debe estar contigo y que cuando Domenico despierte deberá adaptarse a las nuevas reglas o morir.

Mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora