Capítulo 22.

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Colapso.

Aitara.

Ruedo en la cama intentando encontrarlo a mi lado, pero no está. Descanso la cabeza en su almohada inhalando el olor de su perfume que aún se mantiene en ella.

Me duele todo el cuerpo, me siento cansada, pero no es de forma física sino mental, estoy cansada y estresada de estar recibiendo una cosa tras de otra sin tener descanso.

Mis ojos se cierran intentando conciliar el sueño nuevamente, pero apenas lo hago los disparos que escucho afuera me levantan de golpe. Me coloco el albornoz y corro al balcón, pero vuelvo respirar al notar que se trata de Matteo.

Está en el jardín trasero disparando a los hologramas. Él también se ve muy agotado, lleva solo el pantalón y los zapatos puestos. Las ojeras predominan en la piel blanquecina de sus ojos y estos se mantienen brillosos y rojizos dejándome en claro que acaba de fumar marihuana.

Le doy la espalda y voy a tomar una ducha, salgo y me visto rápido. Al volver al balcón no lo encuentro allí, pero el grito que resuena en el primer nivel me hace correr a las escaleras.

Mamá esta tirada en el piso, de rodillas mientras llora desconsoladamente y papá trata de calmarla, pero él también tiene ojos cristalizados. Zaid se mantiene atónito viendo la pantalla y se aparta como un cuerpo sin alma, solo lo veo tomar el teléfono satelital y llamar a Rose.

Alenka, a quien nunca vi tan atónita solo me ve con sorpresa, Matteo ni siquiera me ve y cada pisada que doy hasta llegar a la mesa se siente eterna. Pero lo que veo en la pantalla del portátil me deja helada.

Las piernas me tiemblan, los ojos se me llenan de lágrimas al ver imágenes del jardín delantero de mi casa totalmente lleno de sangre, pero lo que me saca el alma del cuerpo son los tres cuerpos que están clavados en la pared como si fuesen Jesucristo.

Sus rostros sin color, sin alma, sin sus sonrisas, todo me da un escalofrío que me nubla la vista. Siento nauseas que rápidamente son reemplazadas por el mareo que me desploma en el piso, y lo último que escucho es a Zaid y Matteo intentando sostenerme.

Tres cuerpos.

Sangre.

Muerte.

Amenazas.

Una amenaza muy clara escrita con sangre sobre las paredes de la casa donde crecí:

"Avanzaremos escaque por escaque hasta llegar a los reyes, empezamos con tres peones"

Abro los ojos de golpe, con el corazón en la garganta y un vacío que jamás podre llenar. No hay nadie más que Ziad y Matteo junto a mí, todos se han ido.

Los ojos se me llenan de lágrimas que se deslizan por mis mejillas de forma lenta solo recordándome una cosa y con todo el dolor que tengo dentro solo puedo susurrar:

—Por favor, dime que no es real, dime que lo soñé.

—Rosse, yo... —por primera vez lo veo sin saber que decir, hace un gesto que me deja en claro que no fue un sueño.

—No, por favor...

Mis llantos se escuchan por toda la sala y me permito llora desconsoladamente, me permito llorar sus muertes, la muerte de mi abuela, la de Adam y la de Olive, ellos también son como mis abuelos y han sido padres para mi mamá. Dios, debe estar destruida.

Matteo me abraza intentando calmar mis sollozos.

—Dios, Rose y mi tía deben estar destruidos... esto es...

Mío.Where stories live. Discover now